29.8 C
España, ES
lunes, julio 21, 2025
Inicio Blog Página 7

Lotus Granada

0
REGÍSTRATE GRATIS EN NUESTRA RED SOCIAL
1
2
3
4
5
¿Ya estás registrado? INICIA SESIÓN
Al registrarse está aceptando nuestros términos y condiciones.

lotus

Ambiente Swinger

En nuestro club procuramos mantener un ambiente de glamour, sensual y con clase. Nos reservamos el derecho de admisión y procuramos que se cumplan las normas swinger.

Para Parejas

El acceso a Lotus es exclusivo parejas salvo una zona separada donde pueden estar nuestros chicos VIP. Ellos no tienen acceso a las zonas de parejas EN NINGÚN MOMENTO y están VERIFICADOS Y MUY LIMITADOS.

Instalaciones de Lujo

Lotus pone a vuestra disposición unas instalaciones de lujo: zona SPA con sauna finlandesa y gran jacuzzi, jardines y gran piscina exterior, zonas de juegos con diversas cabinas gloryhole, zona oscura, mazmorra, habitaciones privadas, habitaciones comunes, zona VIP, suite, dos barras y ambientes… y mucho más.

 

¿Vamos al sexólogo?

0

Alguna vez te has preguntado:

¿A qué se dedican los sexólogos?

¿Qué es un sexólogo?

¿Qué problemas o dificultades tratan los sexólogos?

¿Cómo sé si lo que necesito es un psicólogo, sexólogo o psiquiatra?

¿Cuándo consultar a un Sexólogo?

Un sexólogo es un profesional médico, psicólogo y/o educador que se especializa en sexología clínica. Esta especialidad no existe como carrera, por lo que no se puede estudiar directamente sexología, sin antes poseer el título de médico, psicólogo o educador.

El sexólogo trabaja con:

  • Disfunciones sexuales y todo lo que las rodea, tanto en hombres como en mujeres, heterosexuales, homosexuales o bisexuales.
  • Se trabaja con diagnósticos de: Eyaculación precoz, disfunción eréctil, disfunciones orgásmicas, disminución o falta del deseo, discrepancias en el deseo, fobias, sexuales, vaginismo, dispaurenia, métodos anticonceptivos, juguetes sexuales, fantasías sexuales.
  • También trabaja con casos de trastornos de la identidad sexual, parafilias (expresiones comportamentales de la sexualidad), pornografía, orientación sexual, preferencia sexual, pareja humana, derechos sexuales y reproductivos, violencia sexual, prostitución, desarrollo psicosexual, sexualidad en todas las etapas (niño, adolescente, adulto joven, adulto mayor) y otros temas de interés y de actualidad.

Preguntas:

  • No sé si soy homosexual o heterosexual ¿es normal? ¿Cómo puedo estar seguro? ¿Puedo ser bisexual?
  • Tengo molestias durante el coito.
  • ¿si se rompe el condón que hacemos? ¿Qué se puede hacer algo para evitar el embarazo? ¿y el sida?
  • ¿Qué es eso de la píldora del día siguiente? ¿Es solo una pastilla? es un método anticonceptivo? ¿Dónde puedo conseguirla?
  • Soy alérgico al látex ¿puedo usar condones?
  • ¿Creo que tengo eyaculación precoz ¿tiene remedio?
  • No consigo el orgasmo y me siento insatisfecha…
  • ¿Las mujeres eyaculan? ¿qué y por donde? ¿Existe el punto G en ambos sexos?
  • Tengo adicción al cibersexo y esto me hace sentir mal.
  • Mi pareja me ha dejado pero yo lo quiero ¿sería sensato volver a intentarlo?
  • Me obsesiona el recuerdo de un ex….¿cómo olvidarlo definitivamente?

Estas y muchas otras preguntas un sexólogo puede responderlas.. Te brindamos información sexual, educación sexual, asesoramiento sexual y terapia sexual…

“Como sexóloga te invito a ver el otro lado de las cosas y dar coherencia a las cosas que se oyen”

Los instintos complacidos

0

Son las siete y media de la tarde de un día laborable de primavera. He tenido un día de trabajo pesado y voy directamente al Spa sin pasar por el Gym. Los días se alargan y la luz del sol todavía penetra por las cristaleras con intensidad. Me siento en la bancada del Jacuzzi y lo pongo en marcha.

Al poco tiempo entras tú. Eres de tez morena, de cuerpo sinuoso y de sonrisa dulce y amplia. Vas acompañada, te acercas donde estoy yo, me miras levemente y te sientas cerca. Tu amigo duda pero finalmente se sienta entre los dos, de espaldas a mi. Me vuelves a mirar y yo te devuelvo la mirada y tu sonríes discretamente.

Os ponéis a hablar y de vez en cuando nuestras miradas se cruzan, nos miramos serenamente pero vivamente. Disimulas, quieres ser discreta, pero no renuncias a cruzar tu mirada con la mía una y otra vez. Yo tampoco. A veces la cabeza de tu amigo queda entre tu mirada y la mía, pero entonces tu ladeas la tuya lentamente y nuestras miradas coinciden de nuevo. Sonreímos ligeramente y ahora si, furtivamente. La comunicación no verbal ya insinúa que nuestras libidos se han alterado y que ahora cualquier cosa imprevista es posible.

Después de charlar un rato, animadamente, tu amigo te propone -¿Nos vamos a cambiar?- I tú le dices sin darle demasiada importancia -Ve tu, yo me voy a quedar un rato mas. Se sorprende un poco, pero se levanta te da dos besos en las mejillas y se despide diciendo -Nos vemos el viernes en casa de María y se marcha.

Ya no hay ningún obstáculo entre nosotros, nos miramos y nos reímos, pero no decimos nada. Tú asomas ligeramente la punta de la lengua en la comisura de tus labios y yo ladeo la cabeza te miro fijamente y me muerdo ligeramente el labio inferior y tu me devuelves la mirada de chica mala. Bajo el agua, observo que tus piernas se abren y que tu pie roza ligeramente el mio que se levanta ligeramente y se sitúa encima del tuyo. Mi mano acaricia levemente tu pantorrilla y se desplaza hacia tu pubis y mis dedos palpan tus labios vaginales. Nos volvemos a mirar y nuestras risas se entienden solas. No nos vamos a parar, pero no queremos que nos echen sin satisfacer nuestros instintos ya desatados.

Tú sitúas tu mano encima de mis genitales, los resigues, te levantas y mirándome provocativamente sales del jacuzzi y te diriges al baño turco, abres la puerta, miras en el interior, entras y cierras la puerta. Yo me quedo en el jacuzzi y observo la puerta del turco. Primero sale una chica y después salen dos chicos. Me decido a salir del agua y seguir tus pasos. Abro la puerta, y te veo al fondo isinuandote in-disimuladamente. Estamos solos.

Me acerco a ti y pasando la pierna por tu espalda me siento detrás de ti. Remenas tus nalgas y notas que mi erección va en aumento. Levantas tu pierna izquierda y sitúas el pie encima del banco. Coges mi mano derecha, la diriges a tu entrepierna por debajo el bañador y empiezo a masturbar-te, primero a poco a poco y después a medida que crece tu excitación, mas deprisa. Se abre la puerta y quiere entrar una pareja, pero cuando nos ven, vuelven a salir contrariados. Pero no nos paramos. Introduzco mis dedos del corazón y anular dentro de tu vagina y siguiendo tus movimientos de cadera estos empiezan a entrar y salir sin parar cada vez mas lubricados por los fluidos corporales que fluyen sin parar. Yo te contemplo entre mis brazos. Te muerdes los labios, entrecierras los ojos, gimes suavemente y te estremeces. Finalmente llega el orgasmo, te arqueas y balbuceas -Sisissisissi aaagg oooooo ummm. Y te dejas ir. Un rato después, te incorporas y te sientas a mi lado y nos relajamos un momento.

Entonces se abre la puerta de nuevo y entran dos chicos, que ya no se marchan y por tanto los que marchamos somos nosotros. Una vez fuera del turco nos miramos, nos reímos, no decimos nada, pero nuestros instintos complacidos sonríen.

Memorias de una prisionera

0

relatos eroticosHace calor… por eso sudas…
Pero también por el deseo….
Llevas unos minutos con los ojos vendados…
Tumbada en la cama, con el deseo ardiente de ser amada…
Yo, tumbado de lado y desnudo, admiro tu exquisito cuerpo, no digo nada…

Escucho tu respiración, recorro cada centímetro de tu cuerpo, sigo las líneas de las gotas de sudor, en ocasiones siguen un recorrido muy descarado…

Acerco la palma de mi mano a tu mejilla, lentamente, mi respiración se acelera, también estoy sudando, veo como tu abdomen empieza a subir y bajar mas rápidamente… tu precioso ombligo parece querer cobrar vida, luego me ocupare de él. Acerco tanto la mano como para que notes su calor en tu cara, pero no te la toco siquiera, quiero que sientas el ardor de mi cuerpo, de forma delicada, acerco mi boca a tu oreja y susurrando te digo:

-“Querida, relájate, siente como el universo se funde a tu lado, notas la energía como llega fluyendo hasta ti?, respira lentamente y no, no digas nada…”

Tu te excitas aun mas, si cabe, sientes como se te erizan los pelos de la nuca por la ansiedad. Mientras mi mano sigue su recorrido sin tocar pero siendo notada por ti, el calor que desprende lo notas bajando hacia los pómulos y luego hacia tu gracioso cuello, sientes como tus nalgas empiezan a palpitar de deseo, aceleras tu corazón…

Sigo bajando, por el centro del cuello hacia tu canalillo, sin tocar nada todavía, tus pechos suben y bajan entrecortadamente, mi mano sigue hacia tu abdomen, da un par de giros, sigo sin tocarte, mas gotitas de sudor resbalan por tu suave piel de melocotón, mi mano esta llegando hasta tu vulva, que ya empieza a rezumar levemente, lo noto por la mancha de tu tanga, todavía pequeña. Susurro de nuevo a tu oído, muy muy bajo, apenas perceptible: “por favor, date la vuelta, muy lentamente…”

Tu obedeces sumisa, sorprendida y cachonda ya, yo me separo para evitar el roce contigo.
Mientras, he cogido un hilo prestado de tu colcha, llevaba unos días colgando por ahí…
Tu yaces tumbada como en la foto, sin poder ver nada, solo sentir. Delicadamente, paso el hilo por la parte superior de tu tanga, sosteniendo esa pieza con mis dientes, mis labios han rozado la parte final de tu espalda y he oído un rápido y corto gemido. Ahora ya con mis dos manos, lo deslizo lentamente hacia la rajita de tu culito relleno, exultante, tus nalgas siguen palpitándote, a ti debe parecerte que van a cien por hora. Notas como la sangre en esa zona se desliza por tus venas, tu respiración sigue acelerándose, notas más calor.

Ahora ya estoy listo, el hilito de la colcha esta situado justo donde yo quería, y apenas si ha levantado el hilo del tanga, esta en el limite entre el ultimo espacio vacío y tu sonrosada carne…delicadamente, empiezo a tensarlo con ambas manos, el hilo del tanga empieza a aparecer, tu gimes de nuevo, no puedo mas, siento como mi miembro esta henchido por la situación, lo noto palpitar, pero me contengo y empiezo a lamer lentamente la raja de tu culito que ha quedado al descubierto. Antes de que se rompa el hilo, cojo el tanga y te lo quito muy, muy lentamente…

Tu me ayudas levantando tus preciosas piernas, que son recorridas por mis ojos ávidamente. Vuelvo hacia tu espalda, repito la operación con tu sujetador, finalmente lo desabrocho con mis dientes, sin tocarte la piel de la espalda, al sentir como se libera la presión de tus pechos, arqueas tu espalda, pero yo rápidamente separo mi cara de ella, y aprovecho para deslizar los tirantes por tus hombros y quitártelos, jadeas y parece que vas a quejarte por no haber podido tocarme, pero todavía no es el momento… sigues tumbada boca abajo…

Mi boca se acerca a tu nuca, pero antes vuelvo a susurrarte al oído que retires tus negros cabellos del cuello. Cosa que tu obedeces prestamente, sigo notando tu respiración. Ahora si, mis labios rozan tu nuca, la besan lenta y delicadamente, sin ruido. Bajo por los omoplatos, sigo hasta llegar a tu columna vertebral, empiezo a lamerla suave y lentamente de arriba abajo, evitando llegar al coxis, en este momento, tu ya gimes de forma continuada, tu vulva empieza a verter el liquido blanquecino del deseo… palpita queriendo absorberme…

-“Gírate, mi bien”, te pido amorosamente.
-Tu obedeces de nuevo, tus pechos aparecen de pronto, los pezones henchidos, apuntando al techo, sigues con el velo en tus ojos, todavía no los he visto, ni tu los míos…

Acerco mis labios a la parte inferior de uno de tus henchidos pechos, lo lamo delicadamente, dibujando su contorno con mi lengua, tu sudor se une a mi saliva, el gusto es levemente salado, dulce en ocasiones, con la mano contraria, pongo mi palma estirada sobre el otro pecho, sin tocarlo, ahora si, empiezo a acariciar su punta, uno con mi lengua y otro con la mano, tu jadeas mas, si cabe, tus preciosos labios abiertos, tus blancos dientes se abren y se cierran despacio, te los humedeces con la lengua, dándoles ese brillo tan sexy.

El juego

0

juegoComenzaba el verano y el sol me acariciaba con mucha más pasión. De vez en cuando me gustaba salir a pasear por la ciudad y mezclarme entre el bullicio de la gente, siempre con prisas, respirar los olores tan especiados saliendo de locales turcos, chinos o paquistaníes.
Disfrutaba sentándome en la terraza de cualquier bar para observar aquel vaivén de gente tan diversa, cada uno con su historia, con su vida, con sus ilusiones… Era como si el tiempo se parase y la vida frenética de los demás me pasara rozando. Me encantaba respirar relajada mientras tomaba algo para poder observar más detenidamente la cornisa de los edificios, sus fachadas imponentes que hacían que yo fuera un ser pequeñito entre tanta locura.

Era jueves por la tarde y no tenía ningún plan interesante a la vista. Después de los últimos días que había tenido necesitaba salir a la calle, abstraerme de la vorágine de los exámenes, dejar la mente en blanco, respirar…

Había pasado cientos de veces por aquella calle, chocándome con el resto de transeúntes, esquivando monopatines y bicicletas. Aquel día no era muy distinta la escena ante mis ojos. Normalmente me sentaba en el bar de las sillas rojas pero preferí cruzar la calle y sentarme en uno de los bancos del parquecito que había en frente. Ese era un lugar privilegiado para la gente a la que nos gusta observar. Desde allí podía ver los edificios gigantescos en la distancia, admirar su arquitectura e imaginar cómo vivirían sus inquilinos en siglos pasados; podía observar a la gente caminar, unos con más prisa que otros, algunos cargados con bolsas, unos pocos con libros, mamás paseando a sus bebés en carritos con capota…y también podía ver el bar de las sillas rojas, con su pequeña puerta y la barra desapareciendo en el pasillo; fuera estaba la terraza con 5 mesas estratégicamente ordenadas en la acera, permitiendo el paso de los viandantes. No había ninguna mesa libre. Me puse a mirar detenidamente a los clientes de aquel jueves en ese bar. Una pareja de jóvenes sentados el uno enfrente de a otra, acariciándose las manos por encima de la mesa. Un anciano con su hija y su nieta, o al menos así lo interpreté yo. Dos señores trajeados tomando un café. Un matrimonio con dos niños pequeños. Y un chico solo tomando una cerveza mientras leía algo. Me detuve en él. Me llamó la atención.
Tenía aspecto desaliñado, el pelo despeinado, barba de tres o cuatro días, camiseta negra, vaqueros cortos y unas Converse rojas. De vez en cuando miraba su móvil y después tornaba a su lectura. Me resultaba bastante atractivo.
Seguí observándole de manera más detenida.
De vez en cuando rozaba su labio inferior con su dedo índice, levantaba la vista, miraba a su alrededor y volvía a lo de antes. Aquel roce me resultaba extremadamente sexy, tanto que de repente me vi mordiendo mi labio mientras sonría al mirarle.
Cogí mi mochila, me levanté del banco y crucé la calle en dirección a aquel bar. Ni siquiera me miró cuando pasé por su lado, seguía absorto en aquel papel. Me pedí una cerveza con limón, pagué, cogí la jarra y salí del local.

– Perdona. ¿Puedo sentarme aquí? No hay más mesas libres y dentro hace demasiado calor. Al no ser que te incomode, claro.

– Levantó la vista y me miró extrañado. No se esperaba que nadie fuera a avasallarle de tal manera.

– Ehh, mmm, pues… sí, claro, puedes sentarte – respondió atónito.
– Sí, lo sé. A veces soy un poco así – sonreí – Pero ahora que lo pienso, tal vez estás esperando a alguien y yo soy un poco inoportuna… Lo siento.
– No, tranquila, no espero a nadie en realidad. Pero sí que no me esperaba que alguien se fuera a sentar en mi mesa, así, de repente.
Jajajaja… ya te he dicho que soy así. Te vi, estabas solo, me llamaste la atención y aquí estoy. No hay mucho más – le dije mientras me sentaba.
– Vaya, pues bien, ¿no? – dijo mordiéndose el labio a la vez que sonreía – me alegra que seas así. Directa. ¿Cómo te llamas?
– ¿Te gustan los juegos?
– Uff…depende.
– Te propongo uno.
– ¿Crees que me gustará?
– Si te gusta usar la imaginación… este juego te gustará.
– Me gusta usar la imaginación, sí.
– Genial. Entonces… ¿juegas?
– Jajajaja… ¿Tengo otra opción?
– Claro que la tienes, pero es mucho más aburrida – le respondí con una sonrisa coqueta.

Mordió su labio. Sonrió, arqueó su ceja y me dijo:
– Juguemos.
– Mmmm….genial! Me encanta jugar.
– Tendrás que explicarme en qué consiste el juego.
– Es fácil, debes adivinar mi nombre a través de las preguntas que me hagas, y yo adivinaré el tuyo a través de las preguntas que te haga. La única, y muy importante, condición es decir siempre la verdad. Ah, y no vale repetir pregunta inmediatamente después de que la haya hecho el otro, ¿vale?
– Entendido. ¿Quién empieza?
– Tú – Sonreí – eres el invitado a mi juego y no soy del rollito ese de la caballerosidad.

Sonrió.

– Vale. Uf, es difícil, ¿eh?. No se me ocurren muchas preguntas.
– ¡Venga ya! ¿En serio? No me creo que no haya nada en mí que no te genere curiosidad.
– Claro que lo hay. Sin ir más allá el hecho de estar ahí sentada, frente a mí, ya me genera curiosidad.
– Pues dale, pregunta.
– Vale. ¿Por estás sentada ahí en frente? ¿Por qué en mi mesa?
– ¿Ves? Sí que sabes hacer preguntas – contesté mientras frotaba lentamente mis manos – Estoy aquí sentada, en frente de ti, en tu mesa, porque eres el chico más atractivo que he visto en mucho tiempo.
– Mmm… me gusta – dijo sonriendo – Tu turno.
– ¿Qué te gusta más, playa o montaña?
– Playa. Me toca, ¿cuántos años tienes?
– 19. ¿Bóxer o slip?
– Bóxer. ¿Tienes novio?
– No. ¿Vives con tus padres?
– Jajajaja, lo ideal sería vivir solo, supongo, ¿no?.
– Sí, claro, pero recuerda que debes decir la verdad – y le hice un guiño – ¿Respondes?.
– Sí, respondo. Vivo con mis padres.– sonrió y se quedó mirándome unos segundos.
– Te toca preguntar – le dije y volví a morder mi labio inferior sonriendo.
– Cierto, me toca. ¿Juegas a menudo a este juego o te has estrenado conmigo?
– Bueno, digamos que no soy una experta en el juego, pero te he visto y me ha apetecido jugar contigo – Contesté intentando transmitir todas las ganas que me provocaba a través de mi mirada.
– Interesante – dijo mientras sus pupilas se hicieron más grandes.

Sonreí al tiempo que arqueaba mi ceja izquierda.

– Me toca. ¿Cuántos años tienes? – pregunté.
– 21. ¿Tanga o Braguita?
– Uhhh… Te vas animando, ¿eh?- le dije juguetona.
– Sí, me lo inspiras – contestó mientras daba un trago a su cerveza.
– Normalmente tanga. ¿Tienes novia?
– Ya no.
– Oh, eso me suena a ruptura reciente.
– Tal vez, prefiero no hablar.
– Me gustan tus labios.
– Joder, sabes cómo cambiar de tema, ¿eh? Jajaja
– Sí, aunque no lo he dicho para cambiar de tema – y sonreí con coqueteo – me gustan de verdad. Son apetecibles.
– Uff, así no sé si seré capaz de adivinar tu nombre, pero desde luego que me apetece adivinar qué hay debajo de esa camiseta.

Me incliné sobre la mesa y me apoyé en mis brazos.

– Tal vez para adivinarlo deberíamos ir a otro lugar – le dije dejando entrever las ganas que me provocaba.
– Mmm… tentador. ¿Y qué propones?

Dí el último sorbo a mi cerveza con limón, le miré fijamente y sonreí con lascivia.

– Al final el juego va a ser mucho más interesante de lo que yo esperaba.
– Sí, la verdad que este juego me está generando otras sensaciones que yo tampoco esperaba.
– ¿Has pagado tu cerveza?
– Sí, lo hice al pedirla.
– Genial. ¿Te parece bien que vayamos a mi residencia? Tengo habitación para mí sola.
– Me parece estupendo.

Nos levantamos a la vez, le miré sonriendo y me devolvió la sonrisa. Era un chico alto, bastante más alto que yo. Comencé a caminar y él me siguió. A los pocos pasos me cogió de la cintura y me paró en seco.

– Eres una chica muy morbosa, ¿sabes?
– ¿Y “eso” es bueno o malo?
– “Eso” me pone mucho.

Se agachó acercándose a mi cara y comenzó a besarme, lento, suave, jugando tímidamente con mi lengua. Me puse de puntillas. Quería pegarme más a él. Cogí su cara con mis manos y junté mi vientre con su paquete. Su polla empezaba a hacerse notar. Seguimos besándonos unos instantes más y nos separamos.

– ¿Está muy lejos tu residencia?
– No, la verdad es que está bastante cerca, a unos trescientos metros.
– Pues vamos, estoy deseando seguir jugando.

Nos pusimos en camino hacia el campus y de vez en cuando parábamos para besarnos. La intensidad de los besos cada vez era mayor y empezamos a meternos mano en plena calle. El deseo mutuo nos podía, era superior al poder controlar las ganas de explorarnos.

Comenzaba a anochecer.

Llegamos a la residencia, entramos en el ascensor y allí nuestras bocas volvieron a encontrarse. Las puertas se abrieron y nos dirigimos hacia mi habitación. Abrí la puerta y pasé. Después pasó él.

– Tienes un culo muy bonito.
– Gracias – le dije casi susurrando – en breve podrás verlo mejor.

Me puse de puntillas y volví a besarle. Esta vez de manera muy pasional. Era un beso cargado de deseo, de lujuria, de ganas. Jugar con su lengua hacía que mi entrepierna se humedeciera y buscara el bulto de su paquete en sus pantalones. Empecé a desabrochar sus vaqueros mientras él se deshacía de sus converse y se quitaba su camiseta. Cuando me disponía a coger su polla me subió las manos a la altura de mi cabeza y me quitó la camiseta. Me descalcé y él me desabrochó los vaqueros, metió su mano en mi tanga y acarició mi raja.

– Mmmm… ¡está completamente depilado! – exclamó.
– Sí – respondí con voz lasciva – me encanta sentir bien los labios y la lengua del otro cuando me lo come.
– Uff… estás poniéndome muy cachondo.
– Me encanta… – dije. Y seguí besándole.

Comenzó a caminar en dirección a la cama mientras me desabrochaba el sujetador. Yo caminaba de espaldas, sujetando su polla con mi mano derecha a la vez que nos besábamos apasionadamente. Topé con la cama y me dejé caer. Él se quitó los pantalones e hizo lo mismo con los míos. Ambos vaqueros quedaron tirados en el suelo. Terminé de quitarme el sujetador y lo lancé junto al reguero de ropa que habíamos dejado en nuestro afán de sentirnos piel con piel. Me quitó el tanga y se arrodilló frente a mi coño mientras me abría las piernas.

– Hueles muy bien. A deseo – me dijo susurrando y con la punta de su lengua dura lamió mi raja. Suspiré a la vez que mi espalda se arqueaba como producto del placer que me estaba regalando.

Aquel tipo me hizo poner la mente en blanco, olvidarme de Jorge, abrirme a todos mis sentidos y disfrutar de la comida tan estupenda que me estaba haciendo. Ahondaba con su lengua en mi vagina y después recorría mi raja de abajo a arriba y de arriba a abajo. Cuando llegaba a mi clítoris jugueteaba con él haciendo círculos, lo succionaba y volvía a rodearlo con su lengua. Yo mordía mi labio inferior mientras gemía de gusto. Mis caderas se movían en busca de su boca y entonces me metió un par de dedos en la vagina. Los guiaba buscando mi punto G y yo empujaba para sentirlos bien dentro. Cogí su cabeza con las dos manos y enredé su pelo entre mis dedos. Mis caderas comenzaron a moverse con más ímpetu y él levantó su mirada. Nuestros ojos se encontraron. Estaban llenos de lujuria y aquello me encantaba.

– ¡Joder, qué bien!
Apartó su boca de mi coño mientras sus dedos seguían follándome.
– ¿Te gusta? – preguntó.
– Uff…. me encanta.
Y volvió a posar su boca en mis labios más íntimos. Sus dedos seguían moviéndose en mi interior con tanta delicadeza como brusquedad, llegando al equilibrio perfecto y haciéndome vibrar de placer. Su boca escupía saliva que se mezclaba con mis jugos. Su lengua intercalaba lametones entre mi raja y mi clítoris. Sus labios succionaban y besaban mi coño entero. Y yo estaba a punto de estallar.
– Dame tu orgasmo. Lo quiero en mi boca.
– Mmmm…estoy a punto de correrme – le dije mientras empecé a hacer círculos con mis dedos en mi botón.
– Uff, joder. Precioso espectáculo. Déjame seguir.
Y volvió a comerme el coño con tantas ganas que el orgasmo vino súbito. Abrí las piernas todo lo que pude y empujé con mis manos su cabeza entre ellas. Mis caderas se movían adelante y atrás mientras sus dedos se deslizaban entrando y saliendo de mi vagina. Estallé. El placer me invadió. Grité.
– Ohhhh, joder, sí. Qué bueno, tío!
– Qué rico tu sabor – me dijo mientras metía sus dedos en su boca.

Me quedé relajada en la cama después de aquella explosión. Él se puso de pie, miré su polla y seguía dura así que la cogí y lamí su glande despacio. Apretaba con firmeza su tronco venoso y duro. Succioné su capullo. Volví a lamerlo haciendo círculos con mi lengua húmeda. Me escupí en la mano y agarré de nuevo la polla, comencé a masturbarle mientras mi boca subía y bajaba al mismo compás. Después lamí el tronco y llegué hasta sus huevos, los lamí y le miré a los ojos. Me miraba atento, con la boca entreabierta, jadeante, y los ojos llenos de lascivia. Me tragué su polla y me vino una arcada.
– Joder! Cómo me gusta – me dijo con voz entrecortada.
– Mmmm. Me gusta que te guste – le dije mirándole a los ojos mientras seguía masturbando su polla.
Volví a lamerla, a jugar con su glande.

De vez en cuando él se agachaba y me acariciaba una teta. Escuchar sus respiración agitada me ponía muchísimo, era un aliciente para seguir comiéndole la polla con más ganas, volví a meterla en mi boca hasta la base y de nuevo me dio una arcada. Dejé caer la saliva sobre su capullo y lo masajeé.

Me puse de rodillas sobre la cama y le besé mientras seguía masturbándole. Me agarró por la cintura y me tumbó en la cama, él se tumbó a mi lado y siguió besándome apasionadamente, buscando mi lengua, mordisqueando mis labios. Mi mano seguía agarrada a su polla y busqué su pierna con mi coño, comencé a frotarme en ella y él la metió entre las mías, apretándola contra mi clítoris. Mis caderas comenzaron su baile frenético haciendo que mi vagina fuera dejando un velo húmedo sobre su piel. Me puse encima de él, con mis manos apoyadas en su pecho, cerca de sus hombros, y volví a besarle. Busqué su cuello y lo lamí, lo mordí, me puse a jugar con el lóbulo de su oreja izquierda mientras mi coño se frotaba con su polla erecta. Él bajó sus manos por mi espalda y se paró en mis glúteos, empezó a masajearlos.

– Me encanta tu culo.
– Mmmmm…
– Podría estar tocándolo horas.
– Pues me parece genial porque me gusta cómo me lo tocas.
– ¿También por aquí? – preguntó mientras uno de sus dedos se puso a hacer círculos en mi orificio anal.
– Sí, también por ahí – respondí a la vez que mi coño seguía frotándose con su polla.

Sentir su miembro duro entre mis labios vaginales en tanto que su dedo jugaba con mi ano empezada a convertirse en una fuente de placer tan intensa que deseaba que fuera a más. Le besé con lujuria y respondió a mi beso con la misma intensidad. Mordí su labio inferior suavemente y mi lengua volvió a buscar la suya. Se encontraron y se enredaron iniciando un baile sensual que hacía que mi vagina se humedeciera cada vez más y mi culo necesitara ser penetrado. Como si me hubiera leído el pensamiento introdujo su dedo en mi ano lentamente y yo, instintivamente, empujé mi culo hacia él.

– Uf, joder… ¡qué gusto! – susurré.
– Joder, cómo me pone escucharte.
– Mmmm … ¡qué rico! – dije mientras me movía lentamente sobre su polla empapada y su dedo entraba y salía de aquel orificio.

Cogí el condón que había encima de la mesilla y rasgué el envoltorio. Me separé de su polla y su dedo salió de mi culo. Le coloqué el condón y me dí la vuelta, me puse de espaldas a él, a horcajadas sobre su polla, la guié hasta mi coño y me senté despacio sobre ella. Comenzó a introducirse en mi vagina, rellenando cada hueco de ella. Aquella sensación, la de sentirme repleta con su polla, era indescriptiblemente placentera. Gemí.
Empecé a subir y bajar, cabalgando lentamente sobre su miembro erecto, notando la fricción con mi vagina. Mi cabeza se inclinó hacia atrás mientras mis movimientos lentos nos hacían jadear. Agarré mi culo con ambas manos y lo abrí, apretando mis glúteos.

– Joder, ¡qué vista tan maravillosa desde aquí! – exclamó.

Escuchar aquello me excitó aún más e hizo que mis movimientos acompasados se convirtieran en movimientos más rápidos. Me sujeté en mis piernas flexionadas. Él me agarró del culo y volvió a masajear mi ano con su dedo pulgar.

– Oh, joder. ¡Sí!. Me encanta… Sigue, por favor.
– ¿Así? – preguntó mientras introducía un poco su dedo en aquella cavidad.
– Sí, sí, así – respondí a la vez que mi ritmo se aceleraba.

Cambió de dedo y me metió el corazón. Entraba y salía de mi culo a la misma velocidad que yo cabalgaba sobre su polla. Me agarré de las tetas, las estrujé, comencé a jadear. Tener su dedo en mi culo mientras le follaba estaba siendo tan placentero que sentía que el orgasmo estaba próximo a llegar. Y me vi frotando mi botón para acelerar la llegada del clímax.

-Buff… no pares, estoy a punto de correrme.
– Joder, yo también – dijo agarrándome con las dos manos por las caderas, marcando el ritmo frenético, haciéndome subir y bajar mientras él empujaba contra mi coño su polla dura.

Sus embistes cada vez eran más fuertes hasta que mi orgasmo empezó a llegar.

– ¡Me corro! – acerté a decir.
– Hazlo. Córrete. ¡Joder!

Y exploté. Mi clítoris comenzó a bombear haciendo que mi vagina se contrajera repleta de placer. Grité a la vez que apretaba mi botón conteniendo sus palpitaciones mientras que él seguía entrando y saliendo de mi coño a un ritmo frenético.

– Estoy a punto yo también – dijo con voz entrecortada.
– Uff…córrete. Quiero sentirlo.

Y se dejó ir. Sentí su leche caliente a través del condón y contraje de manera consciente mi vagina.

Me quedé encima de él, dándole la espalda, unos segundos. Sujeté el extremo del condón con dos dedos y él salió lentamente de mí.

– Ostia, ¡qué polvo! – dije tumbándome a su lado.
– Ufff, sí – contestó mientras ponía su antebrazo sobre su frente.
– Mmmm…aún siento palpitar mi entrepierna.
– Joder, yo estoy muy relajado. Y aún no sé cómo te llamas.
– Jajaja. Es verdad….así comenzó el juego.
– Sí, así comenzó y mira cómo hemos terminado.
– Pues me ha encantado– dije sonriendo – Soy Lola.
– Un placer, Lola. Nunca mejor dicho, jejeje. Soy Gus.
– Encantada, Gus. ¿Nos damos los dos besos de rigor? – le pregunté juguetona.
– Jajajaja. No, prefiero de esos que me has dado antes.

Sujetó mi cara con su mano derecha y se acercó a mi boca. Su lengua buscó la mía y en su búsqueda me rozó los labios. Era delicioso. Cerré los ojos y me dejé besar.

La farmacéutica

0

Hola ¿qué tal? Quería contaros, después de leer muchos relatos vuestros, la primera y única vez que le fui infiel a mi mujer.

Yo soy Auxiliar de Farmacia, tengo 33 años, trabajo en Sevilla en una Farmacia donde somos otra compañera, la Farmacéutica y yo. Ocurrió en Julio del 2006, por motivos vacacionales, mi compañera de trabajo no estaba, así que solo estábamos la jefa y yo.

Generalmente, cuando hay guardias diurnas ella no va, pero al estar yo solo, fue para que no hubiera problemas. He de deciros, que ella tiene ahora 38 años, rubia, bajita y algo rellenita y aunque a mí no me gusta mucho (aunque me he hecho muchas pajas pensando en ella), mis amigos dicen que está muy buena, ella siempre ha tenido una educación muy religiosa, rozando la mojigatería, pero lo que ocurrió me dejó helado.

Pasó que en esa época lo estaba pasando mal porque se estaba separando de su marido y luchaba por la custodia de su única hija y yo siempre me llevo a las guardias un Tv, pequeño con Dvd incorporado con alguna peli porno alguna vez, como esa ocasión ocurrió. Pero como no esperaba que ella fuera a la guardia, no lo quise poner, y ella me preguntó sospechando que por qué no ponía el Dvd (no tenemos antena de tv), le dije que no, que solo tenía un documental aburrido y que no me apetecía, ella insistía y yo me negaba y por la cara que puso, me di cuenta de que sospechaba que le mentía…

A los 30 minutos, me entraron ganas de ir al baño, y sorpresa, cuando salgo, ella había conectado la tv y estaba empezando el aviso de antipiratería, etc. Me puse fatal, nervioso y le dije que la quitara, y ella me dijo: Deja, deja que quiero ver los documentales que ves tú mientras trabajas… Me quedé helado, cortado, salió el titulo creo que era algo así, como madura que la ponen duras o algo parecido, y nada más empezar, una escena de un tío que trabaja en una zapatería y la jefa lo obliga a follársela en la trastienda. Yo le decía continuamente que la quitara, pero ella se negaba, diciendo que su marido jamás le había dejado ver una película de esas. Cuando la “jefa“ de la peli se follaba a su empleado, me dijo a mi ella: Mira, el sueño de todos los tíos, una jefa buena y liarse con ella, y empezó a reírse… Yo le dije: Pues yo opino que donde tengas la olla, no metas la p… En alusión a que tengo dos hijas y no me jugaría jamás el puesto de trabajo. Y me replica: Eso dirás tú, pero si un día una jefa tuya te pidiera sexo y te asegurara que no pasaría nada en tu trabajo, no creo que te negaras.

A mí, me dio la impresión de que me estaba picando a ver por donde salía yo y le dije: Mujer tendría que ser así y asegurarme de que no se enteraría mi mujer claro y yo no me negaría más que nada por no hacer que peligrara mi trabajo (intentando hacerme una víctima). Dicho esto, me empalmé como un cosaco, y era obvio pues a mediodía, para estar más cómodos nos quitamos las batas y yo llevaba un pantalón de pinzas de vestir y se notaba muchísimo el bulto. Ella al verlo se empezó a reír y me dijo: pues tú pensarás una cosa, pero tu “amigo” piensa otra… Yo negué que estuviera excitado, pero ella me dijo: ¿ah no? ¿Entonces ese bulto? Bájate la cremallera a ver que es, yo le dije que no, y ella más seria me replicó: antes me dijiste que no te negarías por no hacer peligrar tu puesto de trabajo ¿no? Pues imagina que está en peligro y bájate el pantalón.

Noté una mirada de lujuria y superioridad increíble como jamás había visto en ella. Con mucha vergüenza, me bajé el pantalón, los slips, y mi polla saltó como si tuviera un muelle. Ella se quedó muda, me dijo: vaya y ¿qué pensabas masturbarte viendo la película esa? Le dije: solo algunas veces lo he hecho no pienses que lo hago en todas las guardias. Y ella me replico: pues me gustaría verlo, mi marido era demasiado estrecho en el sexo y jamás me dejó verlo como él lo hacía, además es la única que he visto después de la de mi marido. Le contesté que me daba vergüenza masturbarme delante de ella. Y ella con otra mirada más fría aún me dijo: hazlo. Yo solo le contesté, es que tú ahí mirándome sin hacer nada entiéndeme que es muy agresivo para mí, y acto seguido, se abrió la camisa que llevaba dejando al aire el sujetador blanco con encajes que tantas veces le había visto al agacharse por cosas, y me dijo: ¿está mejor así? Empieza….En ese mismo instante, se me puso como una piedra y ya con menos vergüenza, comencé a masturbarme muy despacio, sin apartar la vista de ese sujetador que dejaba a la vista en la transparencia los pezones.

En menos de dos minutos calculo, ya me estaba pajeando frenéticamente, acariciándome con la otra mano yo mismo los huevos, ella al verme hacer esto, me dijo: ¿me dejas que los toque un poco solo? Yo ni siquiera contesté, me acerqué a ella a un palmo de su cara y ella empezó con la mano izquierda a tocarme los huevos sin dejar de mirarme a la cara de gusto que tenía yo y de vez en cuando a mi polla como me masturbaba. Yo sin pensar en lo que decía, le dije: por qué no te tocas tú un poco, no es justo que yo lo haga y tú no… ella no medió palabra, y con su mano derecha libre, la metió bajo las faldas e hizo algo que me sorprendió, se subió a tope la falda y se bajó las bragas con un movimiento de piernas y las dejó caer al suelo. Allí a la vista quedó su coño, con los pelos no muy bien cuidados, negros, pero más ausentes por la parte de la raja, y sin decir nada, mirándome a la cara, se empezó a pasar el dedo por su rajita y acto seguido se mordía el labio del gusto que estaba sintiendo.

No tardó ni 30 segundos en pasar su mano izquierda de mis huevos a la polla, me apartó mi mano con rudeza y empezó a pajearme mientras con la otra mano seguía ella con su paja. Yo instintivamente, arquee mis caderas para que mi polla que estaba a escasos 10cm. de su cara estuviera aún más cerca y ella que en ese momento tenía los ojos cerrados, al abrirlos, sin decir nada, acercó su boca a mi polla y empezó a besar la punta, se veía que no tenía ni puñetera idea de como comer una polla, y poco a poco fue metiéndosela en la boca y chupándola con más ganas.

Yo estaba en la gloria, y sabía que si seguía la cosa así me correría pronto, y de repente, va y me dice: ¿sabes el tiempo que hace que no hago esto a nadie? Le dije mucho seguro, se que llevas más de 7 meses separada. Y me dijo: no, no, si mucho antes casi no hacíamos nada, este es medio cura y el sexo no le va nada. A mi aquello me disparó, y le dije: entonces solo la postura del misionero ¿no?, se sacó la polla de la boca y me dijo si, solo eso, con lo que me gustaría probar otras cosas… lo dijo con una cara de cordera degollada que ni os imagináis, como pidiéndomelo por favor… y ya me lancé del todo y le dije: y que postura te hubiera gustado más. Y me suelta: por la espalda, como… (se mordió la lengua, seguro que quería decir como a una perra) y me dijo… como los perros… por la espalda… con la voz entrecortada de la paja que se estaba haciendo ella misma.

Yo sin decirle nada, le saqué la polla de la boca, la cogí de la cabeza, nos quedamos mirando fijamente 10 segundos, y le dije: ¿quieres probar? se levanto, se dio la vuelta sin decir nada, y apoyó las manos en la mesa del ordenador. Yo me cogí la polla, la puse en su raja por detrás y se la metí muy despacio, disfrutando cada cm. que le entraba en su mojadísimo coño, ella de repente se puso a gemir como una loca, y en menos de un minuto, se puso a dar grititos, y tuvo un orgasmo, mientras llevaba mis manos a sus tetas y ella misma se las frotaba usando mis manos.

En cuanto me di cuenta de que se había corrido, pensé: joder se corrió y me quedé sin nada, pero sin parar de moverse, se dio la vuelta y me dice: No pares de mirarme a la cara. Me empujó sobre la silla de ordenador, y cuando me senté, se abrió a horcajadas y puso las rodillas apoyadas en la silla y se subió sobre mí, se metió mi polla dura y comenzó a saltar como una loca, yo me puse a comerle las tetas (tiene al menos una 95), y ella me agarró de la barbilla con fuerza y me dijo con autoridad: ¡he dicho que no dejes de mirarme a la cara! Yo ahora supongo que eso tampoco lo había podido hacer jamás con su ex, así que la agarré de las caderas y me puse a meterle la polla con la fuerza que la postura me dejaba, ella ya descompuesta a los 5-6 minutos me dijo: ¡otra vez, me viene otra vez! Y Yo le dije: y yo no aguanto más, me corro también… De pronto se le cambió la cara y me gritó: nooo, nooo, ¡que no tienes condón! y yo sin hacerle caso seguí metiéndosela y empecé a correrme dentro de ella, mientras ella con pocas ganas intentaba que parase, pues también se estaba corriendo.

La corrida duró una barbaridad por parte de los dos, y cuando pararon los espasmos de los dos, dijo ella con cara de póker: Joderrrr la que hemos liado, con la de condones que tenemos aquí para vender. Se puso muy nerviosa, y yo la tranquilicé y le dije: mira tenemos las pastillas del día después, tómatelas: Sonrió nerviosa, y me dijo: si es verdad, las cogió y se fue a su casa sin decir una palabra. Yo me dije: joder veremos a ver mañana la que me cae, como le venga un bajón o algo parecido.

Al otro día, vino sin más, no hablamos más del tema, y jamás hizo ninguna guardia más conmigo, y solo cuando pasaron unos pocos días, llegó un día y delante de mí cogió un paquete de compresas, y me dijo con una sonrisa tranquilizadora: pasa las compresas por el ordenador y redondea el dinero… ya nunca más se habló del tema ni por asomo… ¿a alguno os pasó alguna vez algo parecido, pero de verdad como a mí?

 

Hotel LOOB – Intimidad de lujo

1
REGÍSTRATE GRATIS EN NUESTRA RED SOCIAL
1
2
3
4
5
¿Ya estás registrado? INICIA SESIÓN
Al registrarse está aceptando nuestros términos y condiciones.

EL MÁXIMO EXPONENTE LOOB

Descubre el máximo exponente de la privacidad y el lujo basado en el más cuidado ambiente de confort y relax. Con toda la equipación podrás disfrutar de baño de vapor, burbujas y Jacuzzi en una extraordinaria invitación desconectar del mundo en la suite Loob con piscina privada grande. Inicia un viaje de relajación y placer sensorial para sentirte reconfortado y relajado. Ideal para parejas que quieren disfrutar del mejor equipamiento y el ambiente más cuidado.

El Hotel Loob ofrece una sauna y un restaurante en Torrejón de Ardoz, a 10 minutos en coche del aeropuerto de Madrid-Barajas. Este hotel dispone de habitaciones con aire acondicionado y conexión WiFi gratuita.

Las habitaciones tienen una decoración moderna y una iluminación de colores. Incluyen 1 cama doble extragrande y baño privado con ducha, secador de pelo y artículos de aseo gratuitos. También hay sofá, escritorio, minibar y mesa de comedor. Algunas habitaciones cuentan con piscina cubierta privada.

El Hotel Loob ofrece una recepción 24 horas. Además, hay aparcamiento gratuito y registro de entrada y salida privados.

El Hotel Loob se halla a 5 minutos en coche del centro de Torrejón de Ardoz, donde encontrará una variedad de tiendas, restaurantes y bares. El centro de Madrid está a 30,5 km del establecimiento.

CARACTERÍSTICAS

  • Recepción automática 24 hrs
  • Room Service privado 24 hrs
  • Multimedia (Audio y Video)
  • Climatización individual
  • Minibar
  • TV Adultos 24 hrs
  • Sillón Tantra
  • Suite 100% domotizada
  • Máxima Privacidad
  • WiFi Gratuito
  • Boutique Erótica

Cordoba Swinger

1

Nuevo y Moderno Pub de ambiente liberal en Córdoba, donde podréis dar rienda suelta a vuestras fantasías, morbos y… con el máximo respeto y discreción.

Podéis disponer de 200 m de local distribuido en dos plantas. En la planta baja barra mixta, cuarto oscuro con reja, jacuzzi salino, y salón con escenario y barra de baile. En la segunda planta, cuarto oscuro, habitaciones privadas, habitaciones comunes y una cama redonda con espejos, duchas comunitarias, y salón donde se pueden realizar juegos de mesa.

SEXO DESPUÉS DEL PARTO

0

Todas estaréis de acuerdo conmigo en que, una vez dado a luz, lo que más deseamos es volver a nuestra antigua vida sexual. Pero, claro, aquí nos encontramos con ciertos temores. Si hemos dado a luz por vía vaginal, nos aterra que aún este la zona delicada como para ahora dedicarnos a tener sexo y dañarnos. Si hemos tenido una cesárea, el miedo a que un punto se abra, a que el útero no lo soporte, a mil cosas que llegamos a pensar, nos van retrasando ese momento de la primera relación post-parto.

Muchas parejas temen que la llegaba del bebé, “dañe” esas relaciones sexuales en la pareja, pero expertos en la materia informan que si se asume esa nueva situación será más fácil volver a la normalidad incluso reforzar la relación. Así, lo expone el psicólogo y sexólogo Juan Macias: “Lo importante es asumir que el cambio es transitorio y que puede ser incluso una oportunidad para crecer sexualmente”.

Los ginecólogos y matrones están de acuerdo y siempre te dicen lo mismo: “Tú sabrás cuando estás lista para ello, tu cuerpo te lo dirá”.

Y tienen razón, pero ahí nos vemos todas pensando: ¿estaré ya lista? ¿me dolerá? ¿habré perdido sensibilidad? ¿seguiré disfrutando igual? ¿mi vagina estará preparada para la penetración? ¿deberá de ser a un ritmo lento y suave?

Y muchas más preguntas que nos empiezan a martillear la cabeza.

Además, la mujer empieza a sentirse insegura por el cuerpo que se le ha quedado una vez que ha dado a luz; seguramente ha aumentado alguna talla, la piel de la barriga puede que cuelgue un poco, los pechos han cambiado… Resumiendo, somos otra. Eso nos asusta, porque podemos llegar a pensar que no gustaremos a nuestra pareja. Añadiendo el cansancio extremo que llegamos a sentir con la llegada del bebé.

Por eso aquí algunas recomendaciones para ambos:

–     Usar lubricante, cuando damos a luz pasamos una época de sequedad vaginal, y el uso de lubricante nos ayudará a que la penetración no sea dolorosa o molesta.

–       Sin prisas, ambos tenéis que pensar que la mujer ha pasado por un parto  y su cuerpo necesita tiempo hasta que llegue a ser el que era, por lo tanto, cuando comencéis, alargar los preliminares, disfrutarlos, y sobre todo de esa intimidad de pareja; porque puede pasar que el bebé se despierte e interrumpa las relaciones, que a la mamá le de miedo o sienta cierto rechazo a la penetración por temor a sufrir dolor.

–        Elegir una postura sexual donde la mamá se encuentre a gusto y no tenga molestias.

–        Practica los ejercicios de Kegel, estos te ayudarán a recuperar el tono muscular.

–        Trabajar en aumentar el deseo y la apetencia sexual, ya que estos se verán mermados por la nueva situación.

–        No ser exigente, aceptar un acercamiento progresivo y una normalización gradual de la sexualidad.

Tranquilos, todo a su tiempo, volverá a su cauce.

En el gimnasio

0

Era un dia de verano. Clara salió de trabajar sobre las nueve de la tarde. Estaba muy cansada pero sabía que tenía que ir al gimnasio. Siempre le daba mucha pereza pero al final salía muy satisfecha por haber conseguido salir de su rutina sedentaria. Le ayudaba a relajarse y a soltar todo el estrés que había acumulado durante el día.

Llegó a las nueve y media, justo a tiempo para poder completar su tabla de ejercicios. El gimnasio cerraba a las once. Fue a los vestuarios a cambiarse y en ese momento vio cómo se marchaban un grupo de chicas con las que habitualmente coincidía. Hoy iba más tarde que otros días. Se colocó sus legis negros y una camiseta de tirantes naranja fosforito que dejaba ver un bonito y seductor escote que realzaba aún más sus preciosos pechos. Tenía un cuerpo muy atractivo; deseable diría yo.

Entró en la sala de máquinas y comenzó a hacer sus ejercicios aeróbicos. Saludó a Javier, el monitor y encargado del gimnasio. Un hombre de unos 45 años, muy atractivo y con un cuerpo escultural tallado a golpe de entrenamiento diario. También saludó al masajista, Antonio, que estaba recogiendo la sala después de despedir a la última cliente que había necesitado de sus servicios. Un tipo de unos 40 años, muy guapo, con un cuerpo delgado y muy bien proporcionado. Casi a la vez que Clara, entraron en el gimnasio dos chicos jóvenes, de unos 30 años, muy atractivos también y con cuerpos cuidados y tersos, propios de su edad. La expresión de sus miradas les daban un aspecto de chicos malotes.

La sesión de gimnasia transcurrió como un día cualquiera. Clara estaba sudando. Tenía su ropa empapada. Le gustaba emplearse a fondo. De vez en cuando paraba a charlar con Javier y con Antonio para hacer breves descansos. Ya eran casi las once cuando decidió pasar a los vestuarios para pegarse una ducha y cambiarse para regresar a casa. Hoy no la esperaba nadie. Su marido dormía fuera de Madrid por motivos de trabajo, y sus hijos estaban toda la semana fuera de casa.

El vestuario de las chicas tenía unas duchas colectivas corridas donde coincidían todas las mujeres a la vez, pero en esta ocasión estaba ella sola. Se quitó la ropa de gimnasia y comenzó a ducharse. Algo le había pasado durante el día que le había excitado sobre manera. Comenzó a frotarse con la esponja llena de jabón y relajaba su mano cuando la pasaba cerca de su entrepierna. Se dio cuenta del grado de excitación que tenía aunque no sabía muy bien porqué. Siguió tocándose hasta que se dio cuenta de que no tenía ningún sentido hacerlo allí, en ese momento y se volvió para coger la toalla. Entonces, dió una mala pisada en el borde de las duchas y se cayó al suelo retorciéndose el tobillo y golpeándose fuertemente en la parte trasera de su cuerpo. El grito de dolor que salió de su garganta hizo que Antonio y Javier entrarán en el vestuario. Se la encontraron en el suelo, desnuda y con fuertes dolores. No se podía incorporar. Los dos hombres ayudaron a Clara a incorporarse pero ella sintió algo de vergüenza al verse de aquella manera. La tumbaron boca arriba en la camilla donde Antonio daba sus masajes, la cubrieron con su toalla y este intentó darle un masaje en las zonas donde se había golpeado.

Poco a poco Clara se fue tranquilizando y fue respondiendo al masaje con leves gemidos que ya no eran de dolor. Antonio se dio cuenta y comenzó a extender su masaje por el resto de su cuerpo. Javier charlaba con Clara para tranquilizarla y restar importancia a sus lesiones. Estaba en la cabecera. Javier se había situado en un lateral para poder llegar con facilidad a masajear todo su cuerpo. Fue subiendo desde sus pies por toda la pierna hasta llegar a sus muslos. Clara tenía sus ojos cerrados y se mordía el labio. Antonio se dio cuenta y fue retirando la toalla poco a poco. Clara no opuso resistencia. La estaba encantando el masaje. Le gustaba mucho que le sobaran su cuerpo y Antonio era un especialista. Sus manos acariciaban suavemente sus muslos rozando de vez en cuando levemente su clítoris con las puntas de sus dedos.

Los gemidos de Clara comenzaron a ser más evidentes. De repente noto cómo eran ya cuatro manos las que acariciaban su cuerpo. Javier había comenzado a masajear su cuello bajando lentamente hacia sus pechos. Tenía unas tetas perfectas: con la dureza y la tersura suficientes como para sacar de sus casillas a cualquier hombre. A partir de ese momento, Clara se dejó llevar y comenzó a responder a los estímulos de aquellos dos hombres con evidencias de placer.

Antonio se quitó su camiseta sin perder en ningún momento el contacto de sus manos con el cuerpo de Clara. Unas manos que ya no disimulaban a donde querían llegar. Comenzó a acariciar suavemente su clítoris provocando espasmos de placer en Clara. Mientras tanto, Javier se había desnudado por completo y se inclinó para besar a Clara. Ella seguía con los ojos cerrados y respondió a los besos inmediatamente. La encantaba besar y Javier sabía muy bien cómo hacerlo. Estiró los brazos hacia atrás y sujetó fuertemente las piernas de Javier. Este, acercó su polla a los labios de ella que no dudó ni un segundo en metérsela en su boca y comenzar a chuparla.

La camilla donde estaba tumbada Clara empezó a quedarse pequeña y a resultar incómoda. Entonces Antonio y Javier cogieron a Clara y la tumbaron en una colchoneta de las que había en el gimnasio. Antonio terminó de desnudarse y colocó su boca en el sexo de la chica comenzando una comida de coño que llevaría a Clara al éxtasis. Mientras tanto, Javier disfrutaba de una magnífica mamada como nunca lo había hecho. Clara demostró ser una experta en esa técnica.

Antonio levantó la cabeza y se acercó a Clara para besarle en los labios. Un beso intenso y húmedo, y comenzó a frotarle la polla por su coño; primero despacio, como buscando el orificio de entrada; luego con movimientos rítmicos más intensos que terminaron con un orgasmo de Clara que inundó la colchoneta. Ya no podía aguantar más; quería follarla. Clara abrió sus piernas y él la penetró apoyando sus manos en la colchoneta. La bombeaba una y otra vez. Al principio las embestidas eran lentas pero poco a poco fue acelerando el ritmo hasta que notó que ella se corria como una loca. Antonio descargó toda su leche en el coño de Clara. Fue un orgasmo intenso, muy intenso.

Javier esperaba su turno y cuando vio la oportunidad, la puso a cuatro patas y comenzó a follarla desde atrás. Cuando metió su polla dentro, todo el semen que había echado Antonio salía por los laterales como si se tratase de un manantial. Los cambios de ritmo de Javier hicieron que Clara no tardase en correrse de nuevo con gritos que calentaron el ambiente aún más. Javier quería correrse fuera y dejó de follarla para acercar su polla a su cara y descargar toda su leche en la boca y en las tetas de Clara que no le puso ningún impedimento. Más bien al contrario, ella deseaba que lo hiciera.

Los gritos de placer llamaron la atención de los dos chicos que estaban en el gimnasio que se acercaron al vestuario a ver qué pasaba. Javier les hizo una seña para que participasen en la pequeña orgía que habían organizado con Clara. Esta les miró y les hizo una seña de que quería más. Estaba muy excitada y solo quería que la follasen para apagar su calentura.

Los dos chicos se desnudaron y comenzaron a acariciarla. Uno de ellos demostró ser un experto con los dedos y consiguió sacar de Clara varios orgasmos que inundaron de nuevo la colchoneta sobre la que estaba tumbada. El otro chico le besaba a Clara de una forma suave y dulce, como a ella le gustaba. Se entretuvo con sus tetas. Las chupó y las mordió con mucha suavidad lo que volvió a encender de nuevo a Clara que les pidió que la follasen. Comenzó haciéndolo el más joven que se puso debajo mientras ella le cabalgaba como una posesa. Estaba fuera de sí. No tenía suficiente con nada de lo que le hacían. El otro chico que se estaba pajeando cerca de su boca mientras contemplaba la escena, no pudo aguantar más y se puso por detrás para intentar hacerle una doble vaginal. Y vaya si lo consiguió. Clara tenía en ese momento dos pollas en su coño moviéndose de forma acompasada y provocandole un placer como nunca había experimentado. Tuvo otros dos orgasmos en esa posición. El chico que la estaba follando desde atrás no pudo aguantar más. Sacó su polla de su coño y se incorporó de frente a Clara, descargando toda su leche en su boca y en su cara. El chico que estaba debajo siguió bombeando el coño de Clara y casi simultáneamente se corrió en el interior de ella.

Fue una situación increíble y un polvo de los que iba a recordar toda la vida. Era la primera vez que Clara disfrutaba de una experiencia así pero prometió que no sería la última.