relatos eroticosHace calor… por eso sudas…
Pero también por el deseo….
Llevas unos minutos con los ojos vendados…
Tumbada en la cama, con el deseo ardiente de ser amada…
Yo, tumbado de lado y desnudo, admiro tu exquisito cuerpo, no digo nada…

Escucho tu respiración, recorro cada centímetro de tu cuerpo, sigo las líneas de las gotas de sudor, en ocasiones siguen un recorrido muy descarado…

Acerco la palma de mi mano a tu mejilla, lentamente, mi respiración se acelera, también estoy sudando, veo como tu abdomen empieza a subir y bajar mas rápidamente… tu precioso ombligo parece querer cobrar vida, luego me ocupare de él. Acerco tanto la mano como para que notes su calor en tu cara, pero no te la toco siquiera, quiero que sientas el ardor de mi cuerpo, de forma delicada, acerco mi boca a tu oreja y susurrando te digo:

-“Querida, relájate, siente como el universo se funde a tu lado, notas la energía como llega fluyendo hasta ti?, respira lentamente y no, no digas nada…”

Tu te excitas aun mas, si cabe, sientes como se te erizan los pelos de la nuca por la ansiedad. Mientras mi mano sigue su recorrido sin tocar pero siendo notada por ti, el calor que desprende lo notas bajando hacia los pómulos y luego hacia tu gracioso cuello, sientes como tus nalgas empiezan a palpitar de deseo, aceleras tu corazón…

Sigo bajando, por el centro del cuello hacia tu canalillo, sin tocar nada todavía, tus pechos suben y bajan entrecortadamente, mi mano sigue hacia tu abdomen, da un par de giros, sigo sin tocarte, mas gotitas de sudor resbalan por tu suave piel de melocotón, mi mano esta llegando hasta tu vulva, que ya empieza a rezumar levemente, lo noto por la mancha de tu tanga, todavía pequeña. Susurro de nuevo a tu oído, muy muy bajo, apenas perceptible: “por favor, date la vuelta, muy lentamente…”

Tu obedeces sumisa, sorprendida y cachonda ya, yo me separo para evitar el roce contigo.
Mientras, he cogido un hilo prestado de tu colcha, llevaba unos días colgando por ahí…
Tu yaces tumbada como en la foto, sin poder ver nada, solo sentir. Delicadamente, paso el hilo por la parte superior de tu tanga, sosteniendo esa pieza con mis dientes, mis labios han rozado la parte final de tu espalda y he oído un rápido y corto gemido. Ahora ya con mis dos manos, lo deslizo lentamente hacia la rajita de tu culito relleno, exultante, tus nalgas siguen palpitándote, a ti debe parecerte que van a cien por hora. Notas como la sangre en esa zona se desliza por tus venas, tu respiración sigue acelerándose, notas más calor.

Ahora ya estoy listo, el hilito de la colcha esta situado justo donde yo quería, y apenas si ha levantado el hilo del tanga, esta en el limite entre el ultimo espacio vacío y tu sonrosada carne…delicadamente, empiezo a tensarlo con ambas manos, el hilo del tanga empieza a aparecer, tu gimes de nuevo, no puedo mas, siento como mi miembro esta henchido por la situación, lo noto palpitar, pero me contengo y empiezo a lamer lentamente la raja de tu culito que ha quedado al descubierto. Antes de que se rompa el hilo, cojo el tanga y te lo quito muy, muy lentamente…

Tu me ayudas levantando tus preciosas piernas, que son recorridas por mis ojos ávidamente. Vuelvo hacia tu espalda, repito la operación con tu sujetador, finalmente lo desabrocho con mis dientes, sin tocarte la piel de la espalda, al sentir como se libera la presión de tus pechos, arqueas tu espalda, pero yo rápidamente separo mi cara de ella, y aprovecho para deslizar los tirantes por tus hombros y quitártelos, jadeas y parece que vas a quejarte por no haber podido tocarme, pero todavía no es el momento… sigues tumbada boca abajo…

Mi boca se acerca a tu nuca, pero antes vuelvo a susurrarte al oído que retires tus negros cabellos del cuello. Cosa que tu obedeces prestamente, sigo notando tu respiración. Ahora si, mis labios rozan tu nuca, la besan lenta y delicadamente, sin ruido. Bajo por los omoplatos, sigo hasta llegar a tu columna vertebral, empiezo a lamerla suave y lentamente de arriba abajo, evitando llegar al coxis, en este momento, tu ya gimes de forma continuada, tu vulva empieza a verter el liquido blanquecino del deseo… palpita queriendo absorberme…

-“Gírate, mi bien”, te pido amorosamente.
-Tu obedeces de nuevo, tus pechos aparecen de pronto, los pezones henchidos, apuntando al techo, sigues con el velo en tus ojos, todavía no los he visto, ni tu los míos…

Acerco mis labios a la parte inferior de uno de tus henchidos pechos, lo lamo delicadamente, dibujando su contorno con mi lengua, tu sudor se une a mi saliva, el gusto es levemente salado, dulce en ocasiones, con la mano contraria, pongo mi palma estirada sobre el otro pecho, sin tocarlo, ahora si, empiezo a acariciar su punta, uno con mi lengua y otro con la mano, tu jadeas mas, si cabe, tus preciosos labios abiertos, tus blancos dientes se abren y se cierran despacio, te los humedeces con la lengua, dándoles ese brillo tan sexy.