Son las siete y media de la tarde de un día laborable de primavera. He tenido un día de trabajo pesado y voy directamente al Spa sin pasar por el Gym. Los días se alargan y la luz del sol todavía penetra por las cristaleras con intensidad. Me siento en la bancada del Jacuzzi y lo pongo en marcha.

Al poco tiempo entras tú. Eres de tez morena, de cuerpo sinuoso y de sonrisa dulce y amplia. Vas acompañada, te acercas donde estoy yo, me miras levemente y te sientas cerca. Tu amigo duda pero finalmente se sienta entre los dos, de espaldas a mi. Me vuelves a mirar y yo te devuelvo la mirada y tu sonríes discretamente.

Os ponéis a hablar y de vez en cuando nuestras miradas se cruzan, nos miramos serenamente pero vivamente. Disimulas, quieres ser discreta, pero no renuncias a cruzar tu mirada con la mía una y otra vez. Yo tampoco. A veces la cabeza de tu amigo queda entre tu mirada y la mía, pero entonces tu ladeas la tuya lentamente y nuestras miradas coinciden de nuevo. Sonreímos ligeramente y ahora si, furtivamente. La comunicación no verbal ya insinúa que nuestras libidos se han alterado y que ahora cualquier cosa imprevista es posible.

Después de charlar un rato, animadamente, tu amigo te propone -¿Nos vamos a cambiar?- I tú le dices sin darle demasiada importancia -Ve tu, yo me voy a quedar un rato mas. Se sorprende un poco, pero se levanta te da dos besos en las mejillas y se despide diciendo -Nos vemos el viernes en casa de María y se marcha.

Ya no hay ningún obstáculo entre nosotros, nos miramos y nos reímos, pero no decimos nada. Tú asomas ligeramente la punta de la lengua en la comisura de tus labios y yo ladeo la cabeza te miro fijamente y me muerdo ligeramente el labio inferior y tu me devuelves la mirada de chica mala. Bajo el agua, observo que tus piernas se abren y que tu pie roza ligeramente el mio que se levanta ligeramente y se sitúa encima del tuyo. Mi mano acaricia levemente tu pantorrilla y se desplaza hacia tu pubis y mis dedos palpan tus labios vaginales. Nos volvemos a mirar y nuestras risas se entienden solas. No nos vamos a parar, pero no queremos que nos echen sin satisfacer nuestros instintos ya desatados.

Tú sitúas tu mano encima de mis genitales, los resigues, te levantas y mirándome provocativamente sales del jacuzzi y te diriges al baño turco, abres la puerta, miras en el interior, entras y cierras la puerta. Yo me quedo en el jacuzzi y observo la puerta del turco. Primero sale una chica y después salen dos chicos. Me decido a salir del agua y seguir tus pasos. Abro la puerta, y te veo al fondo isinuandote in-disimuladamente. Estamos solos.

Me acerco a ti y pasando la pierna por tu espalda me siento detrás de ti. Remenas tus nalgas y notas que mi erección va en aumento. Levantas tu pierna izquierda y sitúas el pie encima del banco. Coges mi mano derecha, la diriges a tu entrepierna por debajo el bañador y empiezo a masturbar-te, primero a poco a poco y después a medida que crece tu excitación, mas deprisa. Se abre la puerta y quiere entrar una pareja, pero cuando nos ven, vuelven a salir contrariados. Pero no nos paramos. Introduzco mis dedos del corazón y anular dentro de tu vagina y siguiendo tus movimientos de cadera estos empiezan a entrar y salir sin parar cada vez mas lubricados por los fluidos corporales que fluyen sin parar. Yo te contemplo entre mis brazos. Te muerdes los labios, entrecierras los ojos, gimes suavemente y te estremeces. Finalmente llega el orgasmo, te arqueas y balbuceas -Sisissisissi aaagg oooooo ummm. Y te dejas ir. Un rato después, te incorporas y te sientas a mi lado y nos relajamos un momento.

Entonces se abre la puerta de nuevo y entran dos chicos, que ya no se marchan y por tanto los que marchamos somos nosotros. Una vez fuera del turco nos miramos, nos reímos, no decimos nada, pero nuestros instintos complacidos sonríen.