e acercaban los exámenes finales, las matemáticas siempre fueron mi coco, tenía dificultades para el aprendizaje y me inscribí a un curso de regularización que impartía un maestro ya maduro era calvo de la coronilla, y el cabello que conservaba lo tenía blanco y un poco largo. De buenas a primeras parecía estampita de Miguel Hidalgo, pero lucía elegante. Como si al padre de la patria lo hubieran pasado por una consultoría de imagen con Hugo Boss.

No era muy alto, aunque tenía porte. Tenía esos pequeños detalles que hacen a un hombre culto; un estilo formal y muy bien cuidado, además olía muy rico. Siempre camisas muy bonitas y unos trajes, siempre impecables.

Se trataba de un curso en fin de semana y de matemáticas, como era de esperar no asistimos muchos alumnos sumamos cuatro, ese día mi hermano pasaría por mí, pero como tenía una fiesta demoro un poco más y quede a solas con mi maestro pues su esposa estaría fuera de la ciudad en casa de unos familiares.

Me invito a pasar a su sala y sentarme en el sofá, ahí encendió la televisión mientras esperábamos. Desde peques mi cuerpo denotaba curvas femeninas y unas nalgas bien formadas. Me miró con cierto morbo de pies a cabeza, como si cada parte de mi anatomía fuera una charola de un bufet y él buscara por dónde empezar. Incluso me miró a los ojos, como tratando de encontrar algo a través de ellos. Le sonreí y se dio cuenta de que me estaba poniendo un poco nerviosa no encontraba donde detener mi mirada y ni que hacer con mis manos. Entonces me sonrió y comenzó a contarme un poco de él. Estaba por quedar jubilado y tenía planes de viajar. Quiso saber un poco más de mí y nos pusimos a conversar animadamente. Sin darnos cuenta, nos habíamos puesto más cómodos.

Estábamos en aquel sofá conversando como si fuéramos amigos de siempre.
En la plática surgió el tema de sus hijos y me invito a mirar sus fotografías— ven, te mostrare el álbum— Entonces se dirigió a su recamara. Se le notaba la experiencia y ya tenía un plan, solo fueron unas cuantas fotos cuando se levantó y se despojó de su camisa—hoy sí que hace calor…. ¿tú no tienes calor? —-un poco conteste— sonrió, pero si estas sudando—sonreí, cierto hace calor y mire su pecho peludo y luego su cara, se acercó diciendo —quítate esto te vas ahogar de calor y me quito el suéter, la playera era algo delgada y acaricio mis brazos y tomo mi mano y la poso en su pecho— mira siente mis bellitos son abundantes, sentí sus tetillas musculosas y su pezón que al contacto con mi mano se puso algo tenso — tienes unas manos fantásticas suaves casi susurrando lo menciono.

No podía creer que lo estaba sucediendo, me gustaba sentir su cuerpo y lo noto— ¿te gusta cómo se siente? dijo de pronto con un tono seductor. Su mano tomó la delantera y se plantó en mi cintura para bajar suavemente hasta llegar a mis nalgas —-tienes una silueta pronunciada muy femenina ¿te lo han dicho? Mientras su mano dio un apretón en mis popas. Empezó a acerarse más y susurrando a mi oído me dijo…se siente rico ¿verdad? … -¿Me vas a decir que tú no sientes lo mismo?, estamos solos y nadie se va a enterar, su respiración estaba en aumento, estaba congelada ante la situación, no sabía qué hacer, por un lado quería retirarme pero por otro me estaba gustando lo que sentía.

Su lengua humedeció mis oídos y un escalofrió de esos ricos erizo mi piel. Se sacó los zapatos y se acomodó en la cama y levanto mi playera humedeciendo mi ombligo, empezó a desabrocharme el cinto de mi pantalón, me descorría la cremallera, sus dedos eran deliciosamente expertos y amañados para hacer eso. Yo estaba temblando cuando sentí caer a mis tobillos mi pantalón, mi respiración estaba cambiando a velocidad, mientras se ponía de pie me despojo de mi playera y nuevamente humedeció mis oídos. Me quede sin moverme un milímetro

Entonces tomo mi mano y uno de mis dedos lo llevo a su boca y lo succiono mientras su otra mano se adueñaba nuevamente de mis nalgas despojándome de mi trusa — ¿te molesta? —no conteste sin poder controlar una temblorosa que se adueñaba en mi quijada —-Entonces tomo mi mano y la guio hasta su miembro, estaba caliente y al contacto con mi mano se puso dura ahí utilizo mi inocente mano para magullarlo y se crecía más, mientras su lengua revoloteaba en mis oídos ye en mi cuello, cerré mis ojos y me deje llevar.

Mi mano fue guiada en la cremallera hasta liberar aquel animal grueso y caliente que palpitaba como si tuviese vida propia, era la primara ves miraba una polla ajena de ese tamaño, lo miraba grande en comparación a la mía. Entonces me susurro al oído y haciendo que mis jóvenes dedos la abrazaran por completo —En este momento es completamente tuya, te enseñare que debes hacer con ella—–mi mirada nunca se apartó de esa enorme carne que sentía entre mis manos palpitar y dirigiendo sin soltarme se masturbaba con mi mano, sentía como en cada bajada y subida se ponía más duro.

Vas hacer mi nena y sentirás así como lo que tocas y envuelven tus dedos gloriosos, será ahora envuelta por tu boca deliciosa—me susurro al oído —y guiaba mi mano para que masajeara suave sus huevos peludos y tibios. Y me indico con un apretón de hombros sentarme en su cama, mire justo frente a mi esa gorda carne erecta palpitante, se movía, tomo mi mano, me indico masajear nuevamente y luego con la otra tomo mi barbilla y me acercaba más y más —no la sueltes susurro ¡chúpala!— me le quede mirando y me reúse, la refregó en mi cara, la sentí en mis mejillas caliente, me sujeto de la barbilla nuevamente y la acomodo con su mano en mis labios, sentí la humedad de su glande— vamos chúpala me suplicaba —- si no te gusta no lo vuelves hacer— chúpala, chúpala, vamos chupa y su glande se hundía en mi boca rellenándola toda.

Ahora era mi boca la que masajeaba esa deliciosa polla gruesa y lo escuchaba gemir de placer — santo cielo que rico le mamas — sus manos en mis mejillas y su cadera moviéndose, cogiéndome por la boca una y otra vez, sacaba y metía. Le perdí miedo y mi lengua saboreaba como si fuera un delicioso helado de chocolate.

En poco tiempo me separo de ella, tomándome del brazo me levanto y se sentó en la cama al mismo tiempo me giro diciendo—-Ésta es mi parte favorita, espero que te guste ya que yo lo disfrutaré al máximo… tomo con sus manos mis nalgas y las separo, sentí su lengua como revoloteaba en mi ano, fue de las mejores cosas que jamás había experimentado, succionaba y a al mismo tiempo su lengua la introducía abriendo mi colita.

Cerré mis ojos y no pude evitar un gemido de placer, eso lo puso bien caliente, se levantó y me empujo a la cama empinándome, con una mano tomo mi cadera y con la otra guio su carne dura y caliente hasta mi anito, que mojadito por su saliva facilito todo, sentí su glande calientito como poco a poco vencía su resistencia abriéndolo, adueñándose de él, entro suavecito, glorioso y triunfador, nada lo doblaba, se movía adentro. Mis pliegues anales lo abrasaban por competo como si fuesen la funda perfecta de su verga. Mi boca se abrió de dolor y gozo, sus manos como tenazas en mis caderas para que no escapara y lo hundió todo una y otra vez, el vaivén de sus caderas me llevaron a los confines de la delicia.

Ahí palpito acompañado de un grito de placer y relleno todo de su leche abundante, parte escurría por mis muslos, ahí lo dejo hasta que se dobló por completo y después se tumbó a la cama rendido sin fuerzas — me dijo estas bien sabrosa mamita — va ser nuestro secreto no le digas a nadie ¿estamos?— si le conteste. Después de fin de año, él se fue de la ciudad, jamás volví a saber de él.

Que rico recordar estos episodios de mi vida…. Hasta el próximo relato…