La empujó contra el escritorio.

Metió una mano por el pantalón acariciando su sexo húmedo, mientras lamía sus pezones libres ya de la camiseta.
Los dedos largos y finos del chico entraban y salían de su interior, con movimientos rítmicos presionando la fuente del placer; un punto G ya abultado a punto de explotar en mil gotas de placer.

Sus piernas temblaban, perdía el sentido, escuchaba el chapoteo del líquido caliente que empezó a correr por sus piernas, empapando el pantalón hasta llegar a sus pies.

Albert se volvió loco al notar esa explosión de líquido y dejando libre su polla, la introdujo con fuerza en esa cueva abierta y empapada de jugos ardientes. Y en una sola embestida notó como ese líquido chorreaba también por sus piernas…

Albert se miraba al espejo, su mirada perdida reflejaba el intento de asimilación de todo lo que había pasado, el sexo con Nere hasta entonces había sido muy esporádico, muy bueno sí, pero completamente diferente a lo de hoy… Esa lascivia, llegaba a ser obscena si recordaba la escena como la hubiera visto una tercera persona, le había pedido lo que jamás le había pedido hasta ahora, nunca la había visto enloquecer de esa manera… Su miembro ahora chocaba contra el lavabo, no era para menos…

Nerea seguía tumbada en la cama, extasiada, llena, rebosante de vitalidad, se sentía hasta avergonzada… era yo la de hace un rato? se preguntaba.

-Nere! y esta sangre?? Qué ha pasado??

-«mmm que hago, le cuento algo? me hago la loca?…- nada, antes me golpee la nariz con el armario de la cocina!

Albert asomó medio cuerpo desnudo por la puerta.- Claro, y las bragas de encaje de la bañera estaban en el cajón de los cubiertos, no?

– Para que preguntas cabrón…

Piiii piiii piiii … ¡salvada! su teléfono sonaba apremiante.

-¿Sí?

-Nerea, soy Juan, Juanillo. Tengo que verte. Hay importantes novedades en relación con la muerte de la «viciosa» je je je. Sí, la de la fiestecita que acabó muy mal para ella, ja ja ja. Estoy llegando a tu casa. Ten a punto una cerveza fresquita je je je

-Albert, corre, vístete, te tienes que ir rápidamente!

-Joder Nere, quería follarte otra vez. Hoy estás que te sales y me tienes otra vez empalmado sólo de pensarlo…

Albert se vistió rápido, apremiado por las prisas de Nerea. Y se fue prometiendo que el próximo día sería mucho más atrevido. Nunca había visto así a Nere y eso había que aprovecharlo.

Albert y Juan se cruzaron en la escalera. No se conocían y se ignoraron mutuamente.

Cuando Nerea abrió la puerta, Juan se sorprendió. La subinspectora seria, con un punto de mala leche, tenía el rostro resplandeciente. Sus ojos brillaban con una luz especial. Despeinada, llevaba puesta una camiseta que denotaba haber sido puesta precipitadamente. El inspector supuso que, debajo, no había nada.

Un olor particular impregnaba la estancia. Y sobre una silla, descansaba una media negra, rematada con un fino encaje, que provocó un cosquilleo en la entrepierna de Juan.

Intentando disimular el creciente bulto en su bragueta, el inspector habló.

-Hemos encontrado un cadáver con un disparo en la cabeza. Parece un ajusticiamiento. Vestía muy raro el tipo. Así como si hubiera salido de un video de Duran Duran. Sólo llevaba encima una esclava de oro con un nombre grabado: Dani. Y lo más importante, en su mano cerrada, como protegiéndola de las miradas, una arrugada foto muy sugerente, de nuestra «golfa» asesinada…

-Muy cerca del cadáver encontramos un móvil. La última llamada recibida era de un tal Frank y Ana. Curioso no? Qué forma más rara de guardar el número, con el nombre de una pareja… en fin. Hemos rastreado la llamada y sabemos que se realizó desde el Hotel W…. , ¿Qué puñetas tendrá que ver el tipo este con esos ricachones si tenía pinta de no tener donde caerse muerto?…

El subinspector continuaba hablando sin parar, como pensando en voz alta, sin darse cuenta de que Nerea se había quedado blanca y le faltaba el aire. Ahora era consciente del peligro que había corrido al acudir sola a aquel hotel.

-Eso sí, -continuó Juan- lo mejor de todo es que tenía una página guarrindonga de esas abierta en el móvil con fotos de cornudos y guarrillas… como se llamaba?… “suinjer” … o algo así… no veas las risas que nos hemos echado los de la central!!!…

La risa lasciva del subinspector la estaba poniendo enferma. Un torrente de rabia creció en su interior al pensar que su propia foto del perfil estaba a merced de los compañeros de la comisaria. Como podía haber sido tan estúpida!

-Averigüe lo que pueda de esa pareja y manténgame informada. Y ahora lárguese que tengo cosas que hacer.

-Vale, vale Señora Inspectora

En cuanto se marchó el subinspector se desplomó en el sofá, sin fuerzas.

Sonó el teléfono, era Albert

– Nere, lo de hoy ha sido increíble, alucinante… Estoy deseando volver a verte!