Fue una de esas fiesta de ex compañeros de la escuela de mi mejor amiga Sandra, su esposo no podría ir por su sobresaturado trabajo, ella con la ilusión del re encuentro me llamo por teléfono pidiéndome favor de acompañarle, pues no conocía el lugar de la zona de reunión, es grato encontrarse con personas que convivieron varios años juntos, es una segunda casa familiar.
Siempre he sabido divertirme en las fiestas, como que el tequila me inspira. Recuerdo una fiesta de lo más normal, hombres, mujeres, chupe, música, baile, risas, ligue. Todo lo que se mira normal en una fiesta. Las miradas fueron en un principio algo incomodas pues fui la única de mi genero pero eso pasa en todas partes, con el baile y el chupe pronto estábamos en confianza como si fuese del grupo los chicos se turnaban para bailar incluyéndome, así que me divertí muy bien.
Todos estaban recordando el pasado, nombrando algunos que no llegaron, otros que ya pasaron a mejor vida, poco a poco el calor de la conversación, se fueron formando algunas parejitas, algunos ya tenían cadenas conyugales, ni como buscar. Sandra es mamá soltera pronto le abordo un ex compañero. A mí me tocó un señor buena onda moreno cabello risos de unos cincuenta y algo de años, muy alto. Estábamos en la sala disfrutando de las copas, platicando de temas picantes, de vez en cuando me desvestía con la mirada, se veía ansioso, pero no demasiado y empezó a posar su mano sobre mi pierna y mire a mi rededor, ya habían desaparecido varios, seguramente para consentirse.
Cuando sabes y sientes la intención, es fácil ponerse flojita y dejar que las cosas pasen, simplemente te dejas, sus caricias fuero más descaradas y le propuse retirarnos del lugar, se levantó de inmediato, sin soltarme la mano y me indico por donde, había un pasillo corto, la puerta y una habitación la que abrió al instante, se portó como un caballero me cedió el paso, con una mano cerró la puerta, con la otra me tomo por la cintura a arrimarme su ingle.
Pude sentir a través de su pantalón de vestir cómo su miembro se prensaba poco a poco, a medida que me lo restregaba, se hundía cuando quedaba justo entre mis nalgas. Sus labios humedecían mi cuello, en mis oídos escuchaba sus lengüetazos junto con su respiración como se estaba acelerando, cuando sus traviesas manos alzaban la minifalda que traía ajustada, descubriendo mi tanga de encaje rojo, con una mano estrujo mi sexo y sus caderas danzaban un vaivén muy despacito, de esas veces que sientes como si todo aconteciera en cámara lenta.
Agilmente ya estaba desnudo y una carne gruesa bien venosa, la tenía frotando en mis manos, se ponía tensa respondiendo a mis caricias, fueron unas cuantas pulidas y me encamino a la cama, caminando de espaldas, si soltar su chicote caliente, hasta llegar en la orilla de la cama ahí me empujo finamente, quede sentada mirando de frente su tranca bien dura adornada por una cabeza brillante, se miraba bien limpiecita y no dude en chupar como si fuera un delicioso barquillo de nuez, mi lengua la dibujaba sin prisa sintiendo la corona del glande para luego hundirla nuevamente toda y succionaba, uno, dos, tres regresaba a la punta, sus huevos los humedecía delicadamente.
Nos recostamos quede boca abajo, pechito a tierra y sin tantos rodeos sentí sus manos abrir mis nalgas su lengua revoloteaba en mi ano, en poco tiempo se puso de rodilla sobre la cama, abrió mis piernas estirando sus brazos por completo, sentí el peso de su cuerpo estaba encima y su verga la guio entre mi culo, para después en un empujón delicioso me penetro suavecito, divinamente su carne caliente se deslizaba contra la resistencia de mi ano, la humedad de su saliva facilito todo, abrace con mis paredes anales toda su tranca que se amoldaba como si fuera la funda perfecta, el bombeaba tranquilito como queriendo sentir cada pliegue de mi culito, sus pies abrían mis piernas al máximo y luego lo encajaba todo sus huevos jugosos tocaban mi ano.
De pronto, me tomo de las manos de forma rigorosa, enlazando sus dedos, estirando mis brazos como crucifico, apretó el paso enterrándola toda y se tensó, anunciando con un gemido profundo que terminaba, palpitaba exquisito se derrumbó diciendo en mis oídos —- que delicioso culo tienes mamita—- y temblaba susurrando un “A” sostenido ¡uff!
Nunca imagine, que al salir de aquella casa con mi amiga, cruzara miradas con el hombre más cachondo que me ha cogido en mi vida, por eso me anime a contar la historia.