Era un dia de verano. Clara salió de trabajar sobre las nueve de la tarde. Estaba muy cansada pero sabía que tenía que ir al gimnasio. Siempre le daba mucha pereza pero al final salía muy satisfecha por haber conseguido salir de su rutina sedentaria. Le ayudaba a relajarse y a soltar todo el estrés que había acumulado durante el día.
Llegó a las nueve y media, justo a tiempo para poder completar su tabla de ejercicios. El gimnasio cerraba a las once. Fue a los vestuarios a cambiarse y en ese momento vio cómo se marchaban un grupo de chicas con las que habitualmente coincidía. Hoy iba más tarde que otros días. Se colocó sus legis negros y una camiseta de tirantes naranja fosforito que dejaba ver un bonito y seductor escote que realzaba aún más sus preciosos pechos. Tenía un cuerpo muy atractivo; deseable diría yo.
Entró en la sala de máquinas y comenzó a hacer sus ejercicios aeróbicos. Saludó a Javier, el monitor y encargado del gimnasio. Un hombre de unos 45 años, muy atractivo y con un cuerpo escultural tallado a golpe de entrenamiento diario. También saludó al masajista, Antonio, que estaba recogiendo la sala después de despedir a la última cliente que había necesitado de sus servicios. Un tipo de unos 40 años, muy guapo, con un cuerpo delgado y muy bien proporcionado. Casi a la vez que Clara, entraron en el gimnasio dos chicos jóvenes, de unos 30 años, muy atractivos también y con cuerpos cuidados y tersos, propios de su edad. La expresión de sus miradas les daban un aspecto de chicos malotes.
La sesión de gimnasia transcurrió como un día cualquiera. Clara estaba sudando. Tenía su ropa empapada. Le gustaba emplearse a fondo. De vez en cuando paraba a charlar con Javier y con Antonio para hacer breves descansos. Ya eran casi las once cuando decidió pasar a los vestuarios para pegarse una ducha y cambiarse para regresar a casa. Hoy no la esperaba nadie. Su marido dormía fuera de Madrid por motivos de trabajo, y sus hijos estaban toda la semana fuera de casa.
El vestuario de las chicas tenía unas duchas colectivas corridas donde coincidían todas las mujeres a la vez, pero en esta ocasión estaba ella sola. Se quitó la ropa de gimnasia y comenzó a ducharse. Algo le había pasado durante el día que le había excitado sobre manera. Comenzó a frotarse con la esponja llena de jabón y relajaba su mano cuando la pasaba cerca de su entrepierna. Se dio cuenta del grado de excitación que tenía aunque no sabía muy bien porqué. Siguió tocándose hasta que se dio cuenta de que no tenía ningún sentido hacerlo allí, en ese momento y se volvió para coger la toalla. Entonces, dió una mala pisada en el borde de las duchas y se cayó al suelo retorciéndose el tobillo y golpeándose fuertemente en la parte trasera de su cuerpo. El grito de dolor que salió de su garganta hizo que Antonio y Javier entrarán en el vestuario. Se la encontraron en el suelo, desnuda y con fuertes dolores. No se podía incorporar. Los dos hombres ayudaron a Clara a incorporarse pero ella sintió algo de vergüenza al verse de aquella manera. La tumbaron boca arriba en la camilla donde Antonio daba sus masajes, la cubrieron con su toalla y este intentó darle un masaje en las zonas donde se había golpeado.
Poco a poco Clara se fue tranquilizando y fue respondiendo al masaje con leves gemidos que ya no eran de dolor. Antonio se dio cuenta y comenzó a extender su masaje por el resto de su cuerpo. Javier charlaba con Clara para tranquilizarla y restar importancia a sus lesiones. Estaba en la cabecera. Javier se había situado en un lateral para poder llegar con facilidad a masajear todo su cuerpo. Fue subiendo desde sus pies por toda la pierna hasta llegar a sus muslos. Clara tenía sus ojos cerrados y se mordía el labio. Antonio se dio cuenta y fue retirando la toalla poco a poco. Clara no opuso resistencia. La estaba encantando el masaje. Le gustaba mucho que le sobaran su cuerpo y Antonio era un especialista. Sus manos acariciaban suavemente sus muslos rozando de vez en cuando levemente su clítoris con las puntas de sus dedos.
Los gemidos de Clara comenzaron a ser más evidentes. De repente noto cómo eran ya cuatro manos las que acariciaban su cuerpo. Javier había comenzado a masajear su cuello bajando lentamente hacia sus pechos. Tenía unas tetas perfectas: con la dureza y la tersura suficientes como para sacar de sus casillas a cualquier hombre. A partir de ese momento, Clara se dejó llevar y comenzó a responder a los estímulos de aquellos dos hombres con evidencias de placer.
Antonio se quitó su camiseta sin perder en ningún momento el contacto de sus manos con el cuerpo de Clara. Unas manos que ya no disimulaban a donde querían llegar. Comenzó a acariciar suavemente su clítoris provocando espasmos de placer en Clara. Mientras tanto, Javier se había desnudado por completo y se inclinó para besar a Clara. Ella seguía con los ojos cerrados y respondió a los besos inmediatamente. La encantaba besar y Javier sabía muy bien cómo hacerlo. Estiró los brazos hacia atrás y sujetó fuertemente las piernas de Javier. Este, acercó su polla a los labios de ella que no dudó ni un segundo en metérsela en su boca y comenzar a chuparla.
La camilla donde estaba tumbada Clara empezó a quedarse pequeña y a resultar incómoda. Entonces Antonio y Javier cogieron a Clara y la tumbaron en una colchoneta de las que había en el gimnasio. Antonio terminó de desnudarse y colocó su boca en el sexo de la chica comenzando una comida de coño que llevaría a Clara al éxtasis. Mientras tanto, Javier disfrutaba de una magnífica mamada como nunca lo había hecho. Clara demostró ser una experta en esa técnica.
Antonio levantó la cabeza y se acercó a Clara para besarle en los labios. Un beso intenso y húmedo, y comenzó a frotarle la polla por su coño; primero despacio, como buscando el orificio de entrada; luego con movimientos rítmicos más intensos que terminaron con un orgasmo de Clara que inundó la colchoneta. Ya no podía aguantar más; quería follarla. Clara abrió sus piernas y él la penetró apoyando sus manos en la colchoneta. La bombeaba una y otra vez. Al principio las embestidas eran lentas pero poco a poco fue acelerando el ritmo hasta que notó que ella se corria como una loca. Antonio descargó toda su leche en el coño de Clara. Fue un orgasmo intenso, muy intenso.
Javier esperaba su turno y cuando vio la oportunidad, la puso a cuatro patas y comenzó a follarla desde atrás. Cuando metió su polla dentro, todo el semen que había echado Antonio salía por los laterales como si se tratase de un manantial. Los cambios de ritmo de Javier hicieron que Clara no tardase en correrse de nuevo con gritos que calentaron el ambiente aún más. Javier quería correrse fuera y dejó de follarla para acercar su polla a su cara y descargar toda su leche en la boca y en las tetas de Clara que no le puso ningún impedimento. Más bien al contrario, ella deseaba que lo hiciera.
Los gritos de placer llamaron la atención de los dos chicos que estaban en el gimnasio que se acercaron al vestuario a ver qué pasaba. Javier les hizo una seña para que participasen en la pequeña orgía que habían organizado con Clara. Esta les miró y les hizo una seña de que quería más. Estaba muy excitada y solo quería que la follasen para apagar su calentura.
Los dos chicos se desnudaron y comenzaron a acariciarla. Uno de ellos demostró ser un experto con los dedos y consiguió sacar de Clara varios orgasmos que inundaron de nuevo la colchoneta sobre la que estaba tumbada. El otro chico le besaba a Clara de una forma suave y dulce, como a ella le gustaba. Se entretuvo con sus tetas. Las chupó y las mordió con mucha suavidad lo que volvió a encender de nuevo a Clara que les pidió que la follasen. Comenzó haciéndolo el más joven que se puso debajo mientras ella le cabalgaba como una posesa. Estaba fuera de sí. No tenía suficiente con nada de lo que le hacían. El otro chico que se estaba pajeando cerca de su boca mientras contemplaba la escena, no pudo aguantar más y se puso por detrás para intentar hacerle una doble vaginal. Y vaya si lo consiguió. Clara tenía en ese momento dos pollas en su coño moviéndose de forma acompasada y provocandole un placer como nunca había experimentado. Tuvo otros dos orgasmos en esa posición. El chico que la estaba follando desde atrás no pudo aguantar más. Sacó su polla de su coño y se incorporó de frente a Clara, descargando toda su leche en su boca y en su cara. El chico que estaba debajo siguió bombeando el coño de Clara y casi simultáneamente se corrió en el interior de ella.
Fue una situación increíble y un polvo de los que iba a recordar toda la vida. Era la primera vez que Clara disfrutaba de una experiencia así pero prometió que no sería la última.