Las puertas del ascensor se abrieron, cuanto tardaron en hacerlo, años? décadas? siglos? una silueta menuda y siniestra se dibujo mientras yo seguía apoyada contra el espejo, la mujer se atusaba el pelo y recolocaba el sujetador, mientras el patoso de su marido luchaba por sacar su mano de debajo de su falda, su reloj se había enganchado con la goma del tanga, la escena empezaba a ser dantesca… Una mujer entrada en años acompañada de sus tres fieras, caniches, nos miraba atónita sin poder reaccionar, algo que hicieron esos bichos peludos, ladrando a todo ladrar…
– Por Dios, que alguien me saque de aquí!!!
El instinto policial apareció de golpe consiguiendo que su deseo se esfumara. Con aire sensual, cogió la copa de champagne, cruzó las piernas dijo:
-Si, la verdad es que es una chica muy guapa y morbosa… sentí mucho perderme la fiesta del otro dia, supongo que lo pasaríais tan bien como de costumbre…
La rubia cogió la copa y se la bebió de un trago con nerviosismo. A continuación cogió la botella y llenó la copa de nuevo volviendo a beber. Estaba claro que ocultaba algo.
El marido sin embargo mostraba una frialdad que le heló la sangre. Se acercó a Nerea como un felino a su presa, sentándose junto a ella, tan cerca que podía sentir su aliento a alcohol y mientras acariciaba sus muslos en dirección a su entrepierna dijo:
-Seguro que contigo lo pasamos mejor
A continuación acercó su cara al cuello de la inspectora aspirando sonoramente su perfume, paseó los labios por su cuello y al llegar a la oreja le introdujo la lengua. Un sudor frío recorría su espalda. No podía creer que hace unos minutos este tipo la hubiera puesto caliente!! Ahora sentía unas tremendas ganas de vomitar!
Como pudo se deslizó del sofá apartándose de su lado y dirigiéndose a la chica que ahora tenía la cara descompuesta, le acarició el cabello preguntando ¿te encuentras bien cariño?
-Creo que he bebido demasiado en la cena, que os parece si lo dejamos para otro día?
entonces tomó asiento el hombre, que se sentó a su lado muy cerca, ella estaba temblorosa como un flan, el posó su mano sobre su pierna y le susurro al oído que se relajara.
En cambio ella no podía evitar ese nerviosismo, era un hombre muy atractivo, tenía una mirada azul, penetrante, que la volvía loca, le acercó una copa mientras la miraba fijamente a los ojos, ella tomó la copa que temblorosa al tomarla se le derramo un poco deslizándose por su escote, el acaricio suavemente la gota que caía recogiéndola con su dedos, para luego introducirlos en su boca, entonces él le aparto delicadamente el cabello y beso con suavidad su cuello, ella buscaba el cuerpo de aquel apuesto hombre, con sus manos acariciándole las piernas y deslizando sus manos subiendo poco a poco notando como su sexo se endurecía algo que a ella le excitaba, y buscando sus labios, fundiéndose en un beso apasionado…….
Frank! – Espetó la mujer. Puedes venir un momento por favor?… La mujer había cambiado radicalmente su comportamiento, estaba nerviosa, alterada, se medio encendía un cigarro con las manos temblorosas… «Anna, aquí no puedes fumar» – «JODER!» Grito ella a la vez que cogía de la mano bruscamente a su pareja, arrastrándola hasta el cuarto de baño.
Me quedé inmóvil, estaba saturada, ofuscada, mi cabeza no daba más de si en ese momento. Nerea, calma, serénate, piensa, aquí hay datos que no puedes perder, demasiada coincidencia…
Notaba como susurraban, como ella soltaba alguna palabra más alta que otra, entre el cuchicheo sólo pude entender, «llama a Dani» y un «segura que quieres hacer esto?»…
Ese tono no me gustó, Nere, sal de aquí, ya. Cogió su bolso arrastrando lo que había encima de la mesa, a la vez cayó el bolso de la mujer, un móvil rebotó contra el suelo desmontándose en varios pedazos… Nerea estuvo rápida y recogió la parte principal del mismo, mientras les gritaba, «chicos lo siento!!!! tengo que irme!!!!»
Mientras cerraba la puerta pudo escuchar un «Espera!!!»
«Ya te dije, adiós». Di un paso firme hacia adelante, y mi hombro chocó con el pecho de aquel tétrico individuo, el tipo casi no se mantuvo en pié, no creo que esperara chocar con el cuerpo de una «inspectora», lo que me dio camino libre hacia la puerta giratoria…
Me monté en aquel taxi, aun nerviosa, con la adrenalina por las nubes, cómo podía ser tan tonta, nadie sabía de mis pasos, de mi experimento, de mi investigación «privada»…
Bajé las escaleras de casa, vivía en un loft relativamente pequeño, me lo había dejado en herencia un familiar y gracias a eso podía vivir bien con mi sueldo de inspectora, no era para tirar cohetes, pero no tenía gastos fuertes. Había creado una estancia a dos alturas, abajo el día a día, dos metros más arriba, mi cama, controlando todos los rincones de la estancia.
Me senté en la taza del water, no sabía si mi pierna rebotaba contra el suelo por frío o porque no conseguía superar el reciente episodio, mis bragas todavía húmedas colgaban de mis tobillos, las miraba absorta, me hacían recordar… el teléfono… había cogido parte de un teléfono en aquella habitación…
«Albert, soy Nere, puedes pasarte por casa… no, no quiero follar, quiero enseñarte algo… que no, que no son unas bragas nuevas… sí, en 15 minutos?… gracias… un beso»
Albert era un chico más joven que yo, le había detenido en una ocasión por trapichear con teléfonos robados, tenía su gracia, su aquel, se atrevió a invitarme a una copa mientras le quitaba las esposas, me hizo reír… casado, dos hijos, una triste historia a cuestas, aquella copa dio de sí, baile, roces, caricias, besos en una esquina de aquella sórdida discoteca… no quería complicaciones, me gustó como me folló aquella noche, como me hizo mojar la cama, como le dio un uso desconocido por mi hasta la fecha a unas esposas… se había convertido en un amante, habitual? ocasional? que se yo… me daba placer, le daba placer, no quería más.
«toc, toc», era él…
Albert era un tipo muy simpático y atractivo, tenía unos maravillosos ojos oscuros y una mandíbula firme y masculina con una sombra de barba. Cualquier mujer podría babear por el, pero, no sé por qué, en ella habitualmente no surtía el mismo efecto.
Sin embargo aquella noche, al escuchar los golpes en la puerta, empezó a sentir mariposas en el estomago. Estaba nerviosa por todo lo ocurrido en el hotel apenas una hora antes, aunque no quería reconocer la humedad que había entre sus piernas y su abultado y palpitante clítoris bajo los ahora demasiado estrechos vaqueros que se había puesto para reunirse en casa con Albert.
Nada mas abrir la puerta, solo pudo ver una camiseta ceñida de color negro y unos vaqueros descoloridos que cubrían un cuerpo atlético.
– ¿Qué pasa Nerea? , te veo un poco acalorada.
A Nerea le desapareció la sonrisa de golpe. Su misión. Un buen cuerpo, y se había olvidado de la razón por lo que lo había llamado.
– Solo estaba bromeando, no te pongas tan seria – Le aseguro mientras la miraba con sus ojos oscuros y calientes.
– Lo siento, es que estoy un poco nerviosa.
Mientras tanto, en casa de Nerea el ambiente se estaba calentando. Le entregó a Albert los restos del móvil que había cogido en la suite y al rozar sus manos saltaron chispas.
La excitación acumulada en su inconsciente recordaba escenas de cuerpos desnudos, tríos, orgias, pasiones ocultas…
“Nerea le has hecho venir por el caso, céntrate por dios!!”
Pero esos labios carnosos de Albert, tan sensuales… esas miradas… ufff como resistirse? …
sin mediar palabra se abalanzó a besarlo con un deseo irrefrenable. El le respondió con ansia, devorándole la lengua. Se estremeció al sentir su miembro grande y duro presionándole el pubis a través de la ropa. Se sentía excitada como nunca, insaciable, hambrienta de sexo.