Hemos quedado para un café. Solo. Me gusta llegar un poco antes. Observar es un placer en sí mismo, por eso llego antes a los sitios, sobre todo cuando quedo a tomar un café con alguien a quién aún no conozco.
Le he visto entrar mientras hacía girar mi cucharilla en la tacita. Un rayo de luz ha incidido sobre sus ojos y ha agachado la cabeza, y justamente cuando ha vuelto a levantar su mirada se ha cruzado con la mía. Me ha gustado el modo en que me ha sonreído porque con ese gesto me lo ha dicho todo. Todo el morbo y las ganas. Ahí he sentido la primera punzada.
Hemos estado charlando de esto y de lo otro, de vez en cuando su mirada se clavaba en mi escote mientras hablábamos de nimiedades, porque cualquier cosa de la que se pueda hablar estando así es una nadería. Así de cachonda. Le miraba mientras me preguntaba qué coño hacíamos hablando, simulando tranquilidad, no podía dejar de pensar en que su polla debía estar a punto de estallar bajo el pantalón. Porque sentía la humedad de mis bragas, de mi coño deseoso de él, de que me desnudara arrancándome la ropa, de que me besara y me follara allí mismo sobre la mesa de la cafetería…
Me miraba con los mismos ojos que yo a él, estoy segura de que pensaba lo mismo. Me he levantado un momento al baño, solo para que me viera mover el culo. Quería que lo deseara, que deseara desnudarlo, acariciarlo, morderlo, penetrarlo… Cuando he vuelto me he ido a sentar pero me ha agarrado por la muñeca acercando su boca a mi oreja: – ¡Quiero follarte! ¡Ya! He sentido otra punzada.
Al entrar al coche se me ha quedado mirando un momento, como buscándome algo, me ha acariciado la mejilla y luego me ha besado. Un beso largo, lascivo y tierno al mismo tiempo, y me ha susurrado: –Te voy a follar tan rico que no querrás irte… No hemos dicho ni hecho nada en el trayecto pero, a pesar del ruido del motor, se nos podía oír respirar, se podía sentir esa tensión muda antes de un terremoto…
En el ascensor se ha colocado detrás de mí y me ha agarrado las tetas, podía sentir su polla rozándome el culo mientras me las magreaba y me daba mordisquitos en el cuello. Ha llevado su mano por debajo de mis bragas hasta mi raja. Tan solo me ha rozado
– Mmmmm mojada, mucho. Y me jadeaba en el cuello. En este punto la punzada ya dolía. Putas ganas.
Hemos entrado en su casa, y me ha besado. Me ha besado con una ferocidad caníbal y me iba desnudando según me besaba. Le he sentido fuera de sí. Entonces ha dado un paso atrás como si tratara de tomar aire. Yo también lo he hecho. Tomar aire. Aún no sé si precisamente por eso me he sentido aún más excitada. Estaba totalmente desnuda frente a él. Desnuda en todos los sentidos. Podría haber hecho conmigo lo que hubiese querido. Deseaba que así fuera.
Entonces me ha puesto un pañuelo en los ojos. Todos mis sentidos se han amplificado. Su respiración se ha hecho más fuerte. La mía también. Podía respirar perfectamente su olor. Su olor único. Me ha agarrado de la mano para guiarme y ese simple contacto me ha hecho estremecer. Esa mezcla de curiosidad y morbo me ha traspasado. Estaba en el juego.
Me ha llevado hasta otra habitación, me ha pedido que me pusiera de rodillas con las piernas separadas. He sentido el tacto de una alfombra suave. Luego me ha hecho apoyar mis manos sobre algo que he intuido que era un puf. Me ha encantado esa sensación de sentirme a su merced. Entonces un levísimo roce ha comenzado a recorrer mi cuerpo. Me estaba soplando sobre la piel. Ha comenzado por mi cuello y ha bajado por mi espalda hasta mi culo. He creído sentir algunas gotas de mi flujo resbalándome en el coño. Luego ha bajado por los muslos, por las inglés. Cuando he sentido esa brisa en el coño mis gemidos se han hecho más fuertes. De vez en cuando sentía su lengua deslizándose por mi piel y volvía a soplar. Me ha mordido el culo y los muslos. De vez en cuando me daba unos azotes para luego volver a mostrarse tierno pasando sus dedos dulcemente por todo de mi culo. Yo estaba que no podía más, pero no quería que aquello terminara nunca.
Entonces ha parado un momento. Le oía respirar. Nada más. Sé que ha salido de la habitación y ha vuelto a entrar. – Reclínate un poco más y ábrete el culo. He dado un respingo al oírle decir eso. Me ha puesto putísima. Quería que me follara y no quería que me follara. Esa contradicción me estaba matando. Pero estaba temblando de la excitación. He hecho lo que me ha mandado, me he inclinado un poco y he agarrado mis cachas con las manos para abrirlas y, entonces, he sentido algo templado y muy suave resbalando por mi ano y mi coño. No sabía que era pero, joder, me fascinaba. Luego he vuelto a sentir algo untando mi sexo, pero esta vez frío. Puede que fuera nata, o mermelada…no lo sé. Pero era igualmente delicioso. Decir que estaba excitada no explicaría para nada lo que sentía. Estaba fuera de mí. Entonces ha comenzado a lamer y lamer…
He notado que se colocaba entre mis piernas y entonces me ha ordenado: – Siéntate. Me he sentado sobre su cara. Podía percibir su aliento en mi coño, la tibieza de su lengua en mis labios, podía advertir sus dedos hábiles entrando y saliendo dulcemente de mi húmedo agujero, su nariz masturbándome, mis caderas moviéndome arriba y abajo, joder podía sentir toda su lujuria comiéndome el coño con su boca caliente. Me he corrido faltándome el aliento. Me he corrido a lo grande…pero aún con todo quería su polla, la quería como nada, la necesitaba. – Quiero tu polla, la quiero, dámela… – ¿Quieres polla eh? Pues ¡toma!
Me ha dado la vuelta, me ha tumbado y me ha quitado el pañuelo de los ojos. Se ha sentado a horcajadas sobre mi cara y me ha metido la polla en la boca. Su rabo estaba descomunal, robusto, goteando… Me follaba la boca mientras mi agujero se abría y cerraba solo. Sentía su pelvis moverse sobre mí mientras sus huevos golpeaban contra mi mentón. Estaba como loca. Me la ha follado bien. Le oía gemir y gemir. Casi he sentido su leche subir por su verga. Pensé que se iba a correr en mi boca pero entonces se ha retirado. Se ha vuelto a quedar quieto, como tratando de serenarse. Yo no he sido capaz. Me movía entre sus piernas como una puta serpiente suplicándole que me follara, que me clavara la polla bien adentro. Se ha sonreído…
– Mastúrbate para mí, así, como estás…
Me he metido dos dedos mientras frotaba mi clítoris con el pulgar y, al tiempo, apretaba el culo, con la otra mano estimulaba mis pezones. Entonces él ha comenzado a masturbarse también sobre mí. Se la pelaba a un ritmo vertiginoso. Luego ha subido mis piernas sobre sus hombros. – No pares – Me ha escupido en el ano. Ha metido un dedo con mucho cuidado. Dentro de mí podía sentir mis dedos tocarse contra el suyo. Mi culo se dilataba prodigiosamente. Se ha tumbado un poco sobre mí y ha acercado su polla a mi ano. Metía y sacaba el capullo suavecito, pero mi culo pedía más polla. Yo seguía metiéndole caña al clítoris. Me ha untado de lubricante y me ha penetrado despacito, poco a poco, pero hasta el fondo. He sentido entrar toda su polla en mi culo. Me he vuelto a correr. Fuerte, muy fuerte. Sentía su polla moviéndose en mi culo y el clítoris estaba a punto de reventarme en los dedos. He sentido a mi cuerpo convulsionarse. Me he sentido flotando, flotando. Le notaba golpeando en mi culo mientras me agarraba las piernas pero parecía que estaba muy lejos. En ese instante solo estábamos mi placer y yo. Fundiéndonos.
Cuando ha estado seguro de que me había corrido, ha comenzado a sacudirse sobre mí. Sus jadeos se han hecho tan fuertes que me daban escalofríos. Ha sacado su polla de mi culo y me ha regado de semen. Lo restregaba con su polla por mi coño, arriba y abajo al tiempo que terminaba de correrse.
Me ha besado despacito, como agradecido, y yo también lo estaba, se lo ha currado bien. Se ha acurrucado junto a mí y me ha estado besando y jugando ha deshacer los rizos de mi pelo mientras volvíamos a hablar de naderías como si aún estuviéramos tomando café.
Tenía razón, me lo ha hecho tan bien que no quería irme.
Me ha cautivado su juego. Me ha excitado su morbo. Me ha gustado sentirle por dentro. Me ha fascinado sentirle así, tan fogoso, vibrando, satisfecho…vivo. Me ha encantado conocerle.